Antes amigas y ahora enemigas
Pregunta: Éramos vecinas de muchas amistades. Nuestra relación era tan cordial que nos confiábamos la una a la otra todas las cosas, y ahora, –por una pequeñez– surgió una pelea tremenda. Ella ni siquiera me saluda. Sencillamente es terrible. ¿Cómo puede uno apartarse del otro de tal manera?
Respuesta: Porque las dos tuvieron una relación síquica. Algún día tenía que llegar la explosión. Debemos dejar de confiar precipitadamente el uno al otro los secretos más profundos de la vida, porque haciéndolo uno deja sobrepasa límites que deberían mantenerse. Entre usted y su vecina existía una indebida confianza. Usted debe tomar en consideración que existen muchas relaciones vitales entre seres humanos como por ejemplo:
1. El parentesco consanguíneo. Por medio de él uno está unido entre sí mediante los lazos de la sangre. Ningún extraño puede penetrar en esto (Lev. 25:25).
2. La amistad se basa en el mismo sentir de los que la cultivan. En pocos casos, una amistad aprobada –pues solo la que comprobó su autenticidad por haber podido superar también los desengaños– puede llevar a una real unanimidad en el alma (Prov. 18:24).
3. El matrimonio. Es el lazo sublime e íntimo que existe entre dos personas. Es la comunión en espíritu, alma y cuerpo (Gn. 2:24).
4. La unión espiritual. Hermanos y hermanas en el Señor forman una maravillosa unidad orgánica. Son de un Espíritu porque su espíritu renacido ha llegado a ser una morada del Espíritu de Dios (Ef. 4:3). Este lazo celestial, espiritual, no debe ser confundido con una unanimidad basada en el alma (en los sentimientos). Si llega a existir una mutua atadura sicológica de esa especie, es grande el peligro. El acontecimiento más insignificante puede transformar en odio y repugnancia lo que antes era amistad y dependencia del uno al otro. Esto procede del hecho de que no hay dos personas iguales en su disposición sicológica. Querer forzar a una unanimidad sentimental entre hermanos en el Señor lleva, por lo tanto, a grandes problemas y desilusiones. Observación al margen: una de las mayores causas por las que existen tantas iglesias cristianas diferentes no es por diferencias doctrinales sino por las diferencias existentes entre los creyentes. La semejanza (si bien no es igual) de la disposición sicológica lleva a que la gente de este mismo sentir sea atraída por la misma clase de reuniones cristianas. Ya en esto hay peligro. Como hijos de Dios, tenemos el derecho de mantener nuestra originalidad sicológica pero además debemos sentirnos uno en Espíritu con todos los comprados por la sangre de Jesús. Así se previenen las divisions.
Wim Malgo