Secuestrados vs. prisioneros de guerra
El ataque de Hamás contra la población civil israelí el 7 de octubre de 2023, fue extremadamente brutal y se caracterizó por atrocidades, violaciones y asesinatos, entre otros de niños y ancianos. Además, más de 200 civiles fueron secuestrados a la Franja de Gaza y retenidos en túneles terroristas por todo ese territorio.
Es correcto referirse a estos civiles escondidos en Gaza como “secuestrados” o “rehenes”, pues Hamás es una organización criminal que utiliza a personas inocentes con fines políticos, económicos o de otro tipo. Si se hace referencia a los rehenes como “prisioneros”, se da la falsa impresión de que se trataría de soldados del ejército israelí capturados en la guerra. De esta manera se legitiman las acciones de Hamás contra la población civil, porque el término “prisioneros” —utilizado por algunos— declara soldados a todos los civiles que viven en Israel.
Cuando utilizo el término “terroristas” para referirme a los miembros de Hamás, estoy expresando mi actitud hacia ellos. Los veo como asesinos, que abusan de su poder para perjudicar a Israel y hacen daño a cualquiera que se interponga en su camino, ya sean israelíes o palestinos. En cambio, cuando llamamos “combatientes por la libertad” a los miembros de Hamás, justificamos sus acciones e incluso los apoyamos. Entonces consideramos a Israel como un ocupante y negamos el hecho de que Israel se retiró de la Franja de Gaza en 2005.
Nuestra elección de palabras no solo es importante en referencia a la guerra en Gaza; los términos que utilizamos en todos los aspectos de nuestra vida reflejan nuestras opiniones.
Por ejemplo, cuando hablamos de ciertos lugares, el nombre que utilizamos indica nuestra relación con el lugar. En relación con Jerusalén, podemos utilizar los nombres monte del Templo, monte Moriah o monte Sion, vinculando el lugar a la Biblia y a la Palabra de Dios. Reconocemos que el lugar pertenece al pueblo de Israel de acuerdo con la Biblia. Cuando llamamos a Jerusalén al-Aqsa, la identificamos como parte de la waqp (posesión) musulmana, separando así el lugar de sus raíces bíblicas.
El calendario que utilizamos fue introducido por el Papa Gregorio en el siglo XVI. Se dividió en dos periodos: a.C. (antes de Cristo) y d.C. (después de Cristo). Hoy en día, en la mayoría de las instituciones educativas del mundo, los términos fueron reemplazados por: a.e.c. (antes de la era común), y: e.c. (era común). Este cambio puede parecernos casual, pero forma parte de una tendencia a eliminar a Dios de la vida de las personas y de la ciencia. Se ignora el largo y fructífero período de la ciencia dirigida por cristianos temerosos de Dios, que investigaban motivados por su admiración por la creación de Dios (Job 10-12:7; Romanos 1:20).
La terminología que utilizamos refleja nuestras posiciones (o cosmovisión). Esto se aplica no solo al conflicto palestino-israelí, sino a todos los aspectos de nuestras vidas. Por lo tanto, dejémonos guiar en todo tiempo por el Espíritu Santo para ser correctos y honrar al nombre del Señor.