¿Iguala 1 Pedro 2:9-10 a la Iglesia con Israel?
Un examen crítico de la enseñanza de que la iglesia ha reemplazado a Israel y un examen de los pasajes bíblicos utilizados para apoyar esta posición del llamado supercesionismo (también llamada teología de la sustitución). Cuarta parte.
En este pasaje, Pedro utiliza una serie de términos que el Antiguo Testamento usa para Israel. Los teólogos sustitutivos ven en esto la evidencia de una equiparación de la Iglesia con el nuevo Israel. Sin embargo, hay varias razones en contra de tal punto de vista.
En primer lugar, aunque respeto la opinión generalizada hoy en día de que la Primera Epístola de Pedro se escribió para creyentes tanto judíos como no judíos, personalmente no creo que Pedro se haya dirigido en ella a cristianos no judíos. Según el teólogo Hiebert, “Orígenes y muchos otros los consideraban [a los lectores de la primera carta de Pedro] cristianos judíos”. Estos “otros” se incluyen a Calvino, Bengel, Weiss, Alford, English y Wuest. Las notas introductorias a la 1ª Epístola de Pedro en el Ancient Christian Commentary on Scripture afirman: “Los Padres de la Iglesia, salvo excepciones, creían que esta carta fue escrita a los cristianos judíos de la diáspora”. Entre estos Padres de la Iglesia se encontraban, por ejemplo, Eusebio de Cesarea, Dídimo, Andrés y Oecumenicus.
La 1ª Carta de Pedro iba dirigida a los “expatriados de la dispersión” (1:1) y, como señala Hiebert, se caracterizaba por “una fuerte impronta judía”. Otros afirman incluso que las citas de la Septuaginta (la traducción griega del AT), así como el tenor del mensaje de esta carta, habrían sido en gran medida incomprensibles para lectores con un trasfondo no judío. Según Pablo, Pedro era precisamente el apóstol de la circuncisión (cf. Gálatas 2:7-8).
Se ha señalado una y otra vez que partes de 1 Pedro también podrían haber sido escritas para lectores no judíos. Puede ser, pero no se puede negar que Pedro escribió principalmente a cristianos judíos. ¿Qué otra cosa se podía esperar del “apóstol de los judíos”? Pedro escribía precisamente al “Israel de Dios”, el mismo grupo que Pablo menciona en Gálatas 6:16, al remanente, a los judíos étnicos que ponen su confianza únicamente en Jesucristo.
Aunque la 1ª Carta de Pedro se dirigiera a los gentiles, como a menudo se ha afirmado, se está lejos de poder decir que Pedro pretendiera equiparar a los gentiles creyentes con “Israel”. Según Glenny, “muchos argumentos para equiparar a la Iglesia con el nuevo Israel, o su sustitución por la Iglesia, se basan en paralelismos y similitudes entre los dos grupos; pero estamos en un error si pretendemos que estas similitudes y paralelismos son pruebas de identidad”.
En el mejor de los casos, 1 Pedro 2:9-10 podría entenderse como una indicación de que el concepto de pueblo de Dios se extendía a los gentiles. Como pueblo elegido de Dios, la Iglesia de la época actual tiene una tarea similar a la de Israel en el AT. En este sentido, existe una clara continuidad entre el pueblo de Israel y la Iglesia. Sin embargo, que la Iglesia sustituya a Israel no es una conclusión convincente. Hillyer afirma:
“El pueblo elegido de Dios ya no se limita al pueblo de Israel, los descendientes naturales de Abraham, sino que ahora, por consejo divino, incluye a la totalidad de los creyentes cristianos. Esto no quiere decir que el pueblo de Israel haya sido irrevocablemente expulsado por Dios y sustituido por los gentiles (como deja claro Pablo en Romanos 9-11); más bien, las bendiciones divinas por medio de Jesús el Mesías, están disponibles tanto para judíos como para gentiles”.
En segundo lugar, no estoy convencido de que la aplicación de términos “israelitas” a los no judíos deba entenderse en el sentido de que ahora forman parte de Israel. Hay varios pasajes en el Antiguo Testamento en los que se usan términos “israelitas” a no israelitas sin que por ello se convirtieran en israelitas. Isaías 19:24-25, por ejemplo, predice que Dios llamará a Egipto un día “pueblo mío”. Sin embargo, el contexto muestra claramente que Egipto no es idéntico a Israel, pues en el mismo versículo se habla de “Israel mi heredad”. Aunque otras naciones se describan con términos similares a los de Israel, distan mucho de ser idénticas a Israel. Saucy escribe: “Aunque el término ‘pueblo de Dios’ se utilizó por primera vez para referirse a los israelitas, y en el AT se refiere principalmente a Israel, la expectativa de que otras naciones también serían el ‘pueblo de Dios’ ya se encuentra en los profetas”. Como se desprende de Isaías 19:24-25, a veces se hace referencia a grupos no judíos en los mismos términos que a Israel, pero sin equipararlos a Israel.
Aunque Pedro describe a sus lectores con “imágenes israelitas”, en ninguna parte se refiere a ellos como un nuevo Israel o un nuevo pueblo de Dios que habría sustituido a la comunidad judía.
Pero ¿cómo deberíamos interpretar correctamente las palabras de 1 Pedro 2:9-10 con relación al tema de Israel y la Iglesia, si en realidad se tratara aquí de creyentes de entre los gentiles? Glenny ofrece una interpretación de este pasaje que tiene en cuenta la evidente continuidad entre Israel y la Iglesia, pero evita equiparar esta con Israel. Reconoce “un modelo divinamente ordenado tanto en Israel como en la Iglesia (como pueblo de Dios)”. Así pues, según Glenny, Pedro utiliza las descripciones del Antiguo Testamento de la relación de Israel con Dios como “modelo” de la relación de la Iglesia con Dios bajo la Nueva Alianza, y lo hace sin equiparar a la Iglesia con Israel:
“En la Iglesia se cumple lo que se dijo de Israel en el Antiguo Testamento, pero no en el sentido de que la Iglesia ocupe ahora el lugar de Israel. Más bien, se ha convertido en el pueblo de Dios por su relación con Jesús, el Mesías elegido por Dios, al igual que Israel era el pueblo de Dios en la Antigua Alianza por su relación con Yahvé. Para Pedro, como ya he dicho, la relación histórica de Israel con Dios es un patrón o modelo de la relación de sus lectores con Dios; sin embargo, no está sugiriendo que la Iglesia sea un nuevo Israel ni que haya sustituido al pueblo de Israel”.
Mientras Glenny cree claramente en una relación tipológica entre los Testamentos, simultáneamente rechaza la tipología supercesionista. Aunque existe una relación tipológica entre Israel y la Iglesia, no significa que la Iglesia haya reemplazado a Israel.
(Extracto de “¿Ha sustituido la Iglesia a Israel?”, Michael Vlach)