¿Enseña la Carta a los Romanos que los cristianos son los verdaderos judíos?

Michael Vlach

Un examen crítico de la enseñanza, de que la Iglesia ha sustituido a Israel, y un examen de los pasajes bíblicos utilizados para apoyar esta posición del llamado supercesionismo (también llamada teología de la sustitución). 

Aunque Romanos 9:6 se cita con menos frecuencia que Gálatas 6:16, este pasaje además se usa a veces para probar que el término “Israel” también se refiere a los gentiles creyentes. Dice así: “No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas”. Sin embargo, como ya han admitido muchos supercesionistas, Romanos 9:6 no es en última instancia un respaldo a la teología sustitutiva.

Como señaló Murray, Romanos 9:6 habla de “un Israel dentro de la nación étnica de Israel”. Pablo no se refiere aquí a los gentiles creyentes, sino a los judíos creyentes como el verdadero Israel. Según Sanday y Headlam, “Pablo no pretende aquí distinguir el Israel espiritual (la congregación cristiana) del Israel carnal, sino que le preocupa el hecho de que las promesas de Dios a Israel se cumplirán, aunque una parte de Israel quede excluida de esas promesas. Subraya que no todos los descendientes naturales de Jacob son herederos de las promesas divinas a Israel”. Así pues, Romanos 9:6 tampoco es una prueba de la teoría supercesionista.

Romanos 2:28-29
Según los teólogos sustitucionistas, el significado del término “judío” en Romanos 2:28-29 se amplía para incluir a los gentiles creyentes. Los no-sustitucionistas discrepan de esta afirmación y subrayan que los judíos genuinos son más bien aquellos judíos étnicos que tienen una relación con Dios en virtud de su fe.

De hecho, según Fruchtenbaum, el centro de Romanos 2:17-3:20 no son los gentiles, sino los judíos étnicos: “Romanos 2:25-29 no enseña que los gentiles se conviertan en judíos espirituales”, escribe Fruchtenbaum. “Pablo termina su discusión sobre los gentiles en Romanos 2:16. En Romanos 2:17-30 trata la cuestión judía”.

Fruchtenbaum también argumenta que Pablo distingue entre judíos étnicos creyentes y no creyentes en Romanos 2:25-29: “Él [Pablo] distingue entre judíos que no creen y judíos que creen. La distinción aquí no es entre judíos y gentiles, ni entre Israel y la Iglesia, sino entre el remanente y el no remanente —entre judíos creyentes y judíos incrédulos”.

Brauch llega a una conclusión similar: un judío auténtico incluye tanto una dimensión interior como exterior: “En Romanos 2:28-29 [Pablo] argumenta que hay dos clases de judíos: los que solo cumplen los requisitos exteriores (circuncisión y descendencia natural), y los que también son judíos auténticos interiormente. Su circuncisión no es solo una circuncisión exterior, sino también una interior, ‘obrada por el Espíritu’”. Así pues, Romanos 2:28-29 contiene un argumento similar al de Romanos 9:6, donde Pablo se refiere a los judíos étnicos que creen en Cristo como verdaderos israelitas.

Es difícil saber si los judíos de Romanos 2:28-29 podrían referirse en realidad a los gentiles. Es verdad que en el contexto inmediato (Romanos 2:26-27), Pablo habla del “incircunciso” (es decir, el gentil) que guarda la ley de Dios. Existe cierta relación entre este gentil temeroso de Dios y el “judío que lo es en lo interior” (Romanos 2:28-29), pero, como señala Fruchtenbaum, el contexto de Romanos 2:17-3:20 trata principalmente de los que “tienen el sobrenombre de judío” (2:17). El ejemplo del gentil temeroso de Dios muestra claramente que la circuncisión del judío por sí sola no es suficiente para ser justo ante Dios, y esto es precisamente lo que a Pablo le preocupaba en estos versículos. La mención de los gentiles sirve de comparación, no de redefinición. Ladd puede tener razón cuando dice que “él [Pablo] probablemente no estaba pensando en los gentiles en absoluto en estos versículos [Romanos 2:28-29]”.

Estoy de acuerdo con la opinión de Fruchtenbaum, de que por verdaderos judíos se entienden aquellos judíos étnicos que han puesto toda su confianza en Cristo, al igual que con el término “Israel de Dios” en Gálatas 6:16.

Cranfield defiende una tercera interpretación de este pasaje, que podría denominarse posición mediadora. En su opinión, aunque en Romanos 2:28-29 los judíos podrían referirse a los gentiles creyentes, de ello no deben extraerse conclusiones supercesionistas. Según Cranfield, “Pablo niega la designación de ‘judío’ a los judíos que lo son exteriormente, mientras que al mismo tiempo la concede a los que, aunque no son judíos exteriormente, son judíos en lo interior”.

Admito la posibilidad de que Pablo también haya considerado judíos a los gentiles creyentes en determinadas circunstancias, pero no me parece probable. Y aunque así fuera, estos versículos no deben entenderse, en opinión de Cranfield, en el sentido de que “la Iglesia cristiana es la única heredera de todas las promesas” o que el cristianismo es “el nuevo Israel de Dios”. Escribe: “Estos versículos [2:28-29] no son una declaración aislada. Si los interpretamos en el contexto de Romanos 3:1-4 y Romanos 9:1-11:36, difícilmente pueden tener tal significado”. Para Cranfield, pues, la “explicación correcta” de estos versículos es que “Pablo utiliza el término ‘judío’ en un sentido concreto y restringido: lo utiliza para referirse a la persona que, en virtud de su fe, tiene una relación positiva con el plan eterno de Dios”. Sin embargo, estos versículos “no deben entenderse de tal manera que los que solo son judíos exteriormente queden excluidos de las promesas”.

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