Elías y la Pascua: el comienzo de la gran redención

One for Israel

Cómo el profeta Elías se convirtió en uno de los protagonistas de la Pascua judía y lo que esto nos enseña sobre la gran redención de Cristo.

Es una tradición de la Pascua judía dar al profeta Elías su propio lugar en la mesa en la celebración del Séder, la primera noche de la Pascua. Y es una parte hermosa de la fiesta la de esperar a Elías. Se deja la puerta abierta, se le llama por su nombre y se le prepara un lugar vacío para cuando llegue. Leí un haikú (forma japonesa de poemas cortos) de Pesaj que decía, en tono humorístico:

En Pascua dejamos abierta
para Elías la puerta,
Ahora nuestro gato se fue.

Elías vivió unos 500 años después del éxodo de Egipto. Se dice que la primera Pascua tuvo lugar hace más de tres mil años, y Elías fue arrebatado del mundo en el 849 a.C. ¿Qué tiene que ver Elías entonces con la Pascua?

Pascua judía: Elías anuncia la gran redención
Para comprender el papel de Elías en la Pascua, debemos entender el concepto judío de la redención.

El tema de la redención está en el centro de la Pascua, ya que Israel fue liberado de la esclavitud. Sin embargo, judíos y cristianos coinciden en que la fiesta apunta proféticamente a otro nivel de redención; ella proporciona un modelo para la redención final.

Los cristianos, en general, ven esta redención en aquel fin de semana decisivo en que el Mesías nos redimió del pecado y dio su vida para ser nuestro Cordero pascual. Los judíos, en cambio, esperan el “día grande y terrible del Señor”, cuando el Mesías venga a reinar.

¿Podría ser que ambos tuvieran razón?

Los cristianos a menudo piensan que los judíos se equivocan al esperar que el Mesías venga a destruir a sus enemigos, pero olvidan que esto es exactamente lo que la Biblia describe repetidamente. La segunda venida de Jesús está presente en todo el Antiguo Testamento, no solo en Apocalipsis. La razón por la que el pueblo judío espera a un guerrero poderoso es porque es exactamente lo que se les prometió.

El Mesías viene con un aventador en la mano para separar el trigo de la paja, y el futuro de la paja no pinta bien. Todos los que amamos la justicia anhelamos que Él venga y ponga las cosas en su sitio, que establezca su Reino y haga desaparecer la maldad. La única razón de su demora es la de dar a los injustos la oportunidad de arrepentirse y de ser salvos. Ismar Schorsch, del Seminario Teológico Judío, lo expresa así:
 
“Con la puerta abierta, cantamos cuatro versículos en los que pedimos a Dios que castigue con retribución a los que han afligido a los judíos. En el Séder contemporáneo, el momento se presta a recordar la obscenidad del Holocausto… El impacto de los acontecimientos históricos en el ánimo de la hagadá (relato del éxodo del pueblo judío de Egipto; N. del E.) no hizo sino explicitar lo que estaba implícito. La matriz original había sido establecida mucho antes por la haftará, la lectura semanal de los Profetas: una segunda redención corregiría los errores de la historia”.

Y eso es por lo que gime toda la creación: que las injusticias sean corregidas por nuestro amoroso Creador.

Shabat ha-Gadol (el “gran sábado”)
En el shabat anterior a la Pascua, en la lectura de la haftará se lee el capítulo 3 de Malaquías. Schorsch explica que la elección de Malaquías añade un matiz mesiánico a la haftará, aportando a la Pascua tanto la anticipación mesiánica, como el consuelo de mirar hacia atrás y ver lo que Dios ha hecho.

La Pascua mira hacia atrás, a la redención de Israel cuando Dios nos liberó de Egipto, pero también mira hacia adelante, a la gran redención de todo el mundo que aún está por venir.

Así comienza Malaquías: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Mal. 3:1).

Adivinen: ¿quién es el mensajero que preparará el camino? Es Elías; su identidad se revela al final del libro: “He aquí, yo os envoi el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Mal. 4:5-6).

Jesús identificó a Juan el Bautista como el que cumplió aquella profecía (Mateo 11:14). Juan el Bautista fue, en efecto, el heraldo que preparó el camino al Mesías, y el propio Juan comprendió su papel como el profetizado en Malaquías, repitiendo las palabras sobre la quema de la paja:“Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” (Mt. 3:11-12; compara Malaquías 4:1).

El hecho de que Jesús no vino con un aventador lo descalificaba a los ojos de muchos judíos, pero como sabemos, gran parte de la Escritura contiene tanto el “ahora” como el “todavía no”.

Es cierto que Juan el Bautista era Elías; es cierto que Jesús es el Mesías, que vino hace 2,000 años para traernos la redención. Y también es cierto que hay aún más profecías por cumplirse: Elías precederá la segunda venida del Mesías, el cual asumirá Su realeza y colmará el anhelo de nuestros corazones.

Él conducirá todas las cosas de nuevo hacia sí mismo. En su primera venida, la paja, de la cual habló Juan el Bautista, todavía no fue quemada; sin embargo, en su segunda esto se cumplirá. 

Promesas para Israel
“¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia” (Mal. 3:2-3).

En este pasaje vemos cómo Dios hace promesas a Israel que aún no se han cumplido. Promete purificar a Israel y dice que Israel volverá a agradarle. Promete no consumir al pueblo en el juicio, y también que serán devueltos a su territorio y serán una bendición para toda la humanidad.

“Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos” (v. 12). “Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve” (v. 17).

Está claro que estas cosas están aún por venir. Por el momento, las naciones están enfurecidas y se nos advierte que al final todas las naciones de la tierra se juntarán contra Israel (Zacarías 12:3). Pero la promesa de ser reconocidos como una bendición en todo el mundo se cumplirá algún día. Tambien encontramos promesas similares de la redención y la transformación de Israel en relación con el mundo en los profetas Isaías, Ezequiel y Zacarías. 

El comienzo de la redención
En la expectativa judía, los comienzos de la espera mesiánica implicarán inevitablemente sufrimientos, problemas y guerras para Israel… así como la restauración física de la nación de Israel antes de la venida del Mesías. Tambien existe la expectativa de una salvación nacional, una convicción que compartía el apóstol Pablo: 

“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitude de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: 

Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados. 

Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Ro. 11:25-29).

Esta certeza de la promesa irrevocable de Dios a Israel sigue en pie.

“Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?” (Mal. 3:6-7). 

Cuando el pueblo de Israel haya regresado a su tierra, cuando Jerusalén clame a su Mesías: “Bendito el que viene en nombre del Señor”, entonces el Mesías vendrá; pero no será por primera vez, sino que él dijo que volvería. Y Él pondrá todas las cosas en orden. ¡Preparad el camino del Señor!

Traducción del artículo “Passover & Elijah: Ushering in the Great Redemption”, One for Israel, publicado con su amable autorización

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