El Dios de Israel

Norbert Lieth

Cuando Noé pronunció las profecías sobre sus tres hijos Cam, Sem y Jafet, dijo: “Maldito sea Canaán (el hijo de Cam); siervo de siervos será para sus hermanos. (…) Bendito sea el SEÑOR, el Dios de Sem; y sea Canaán su siervo. Engrandezca Dios a Jafet, y habite en las tiendas de Sem; y sea Canaán su siervo” (Gn. 9:25-27; lbla).

El Dios todopoderoso se llama aquí a sí mismo “el Dios de Sem”. Nunca lo hace en relación con Cam (o Canaán), y tampoco con Jafet.

En otras ocasiones posteriores el Señor se presenta como:

• el Dios de Abraham (Génesis 26:24)
• el Dios de Isaac (Génesis 28:13)
• el Dios de Jacob (Éxodo 3:6)
• el Dios de Israel (Éxodo 5:1; cf. Deuteronomio 29:10-12)

Dios no se relaciona de esta manera con ninguna otra nación del mundo.

Aunque Dios es también el Dios de las huestes celestiales y, siendo el Creador, el Dios de toda la tierra (Isaías 54:5), en cuanto a la relación personal, él es el Dios de Israel (Éxodo 19:5; Isaías 41:8).

Toda la historia de la salvación del Señor con este mundo pasa por Israel.

Solo dos capítulos de la Biblia hablan de la creación del cielo y de la tierra. Los 929 capítulos restantes del Antiguo Testamento hablan de la elección de Israel y de la historia de este pueblo.

Los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento tratan principalmente de Israel. Los Hechos de los Apóstoles muestran cómo llega la salvación a las naciones. Las cartas se dirigen a la Iglesia, formada por judíos y gentiles. Y el Apocalipsis vuelve a Israel, que será restaurado al final de los días.

La salvación viene de este pueblo, a través de Jesucristo, como dice Juan 4:22: “…la salvación viene de los judíos”.

El Señor eligió a Israel para convertirse en el Dios de todos los redimidos por medio de Jesús.

El nombre de Israel le fue dado por Dios. Se lo dio a Jacob cuando este luchó con el Señor en Peniel. Es significativo que Israel contenga el nombre de Dios El, y que su nombre signifique “luchador de Dios” o “él lucha con Dios”.

Leemos en Génesis 32:28 que Dios le dice: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”.

Dios se dejó derrotar para triunfar sobre Jacob. De la misma manera, el Señor también se dejó “derrotar” en la cruz para lograr una victoria mucho mayor y vencernos. ¡Mi deseo es que toda persona sea vencida por Jesús!

Este Dios, que se dejó “vencer” por Jacob, no permitirá que los enemigos destruyan a su pueblo.

Así como Dios es el “Dios de Israel”, también hay un “dios de este siglo” (2 Corintios 4:4). Los reinos de la tierra le pertenecen (Lucas 4:5-6). Él se los ofreció al Señor Jesús en la tentación en el desierto, pero el Señor los rechazó. En el futuro, el anticristo sí los aceptará.

Dios es amor y verdad (1 Juan 4:8). El diablo es un asesino desde el principio y padre de mentira, en quien no hay verdad (Juan 8:44). No es de extrañar que pervierta todo lo que procede de Dios. Su intención es convertir la verdad en mentira y hacer que la mentira parezca verdad. Odia a Jesús, odia la salvación de Dios, odia a Israel, a través de quien el Señor se reveló, y odia a la Iglesia, a través de la cual Dios actúa.

Todos los acontecimientos en el mundo tienen un trasfondo espiritual. Leemos lo siguiente acerca de la actividad de Satanás en la humanidad: “…el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos…” (2 Co. 4:4). “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” (1 Jn. 5:19). Y el capítulo 2 de Efesios habla del “príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora actúa en los hijos de desobediencia” (v. 2).

Da igual que seas profesor, político, periodista, estudiante, agricultor, limpiadora o jornalero. El enemigo tiene influencia y poder sobre todos ellos y los seduce. Probablemente haya excepciones, personas de mentalidad independiente, pero estas parecen ser cada vez menos con el paso del tiempo.

Thomas Lieth dijo en uno de sus mensajes: “Satanás quiere sustituir cada verdad por una mentira: la verdad de Israel con el islam, la verdad de Dios con Alá, la creación con la evolución, la luz con la oscuridad, la Biblia con el Corán, el Templo con la Cúpula de la Roca, el amor con el odio sin límites. ¿Dónde no hay en este mundo antisemitismo, envidia y odio a Israel? Y en cuanto a esto, la orientación política no juega ningún papel. La izquierda no es menos antisemita que la derecha, y los demócratas no son menos antiisraelíes que los no demócratas. ¿En qué parte del mundo pueden moverse libremente los judíos? ¿Por qué no pueden sentirse seguros ni siquiera en su propio país? ¿Y por qué Israel tiene que justificarse y explicarse constantemente?”.

Desde la fundación del Estado de Israel, este ha sido objeto de constantes ataques.

El autor B. Auerbauch observa acertadamente: “Aún más extraordinario que la tenaz conservación del pueblo judío a través de la historia es la conservación y el metabolismo del odio a los judíos”.

Generalmente se presenta a Israel como el terrorista y a los terroristas como las víctimas. La destrucción total de Israel está en el programa del terrorismo islámico, y en su lugar se establecerá un Estado islámico. La comunidad mundial no se da cuenta de esto y se convierte en el peón de estas potencias. La mayoría de los Estados de la ONU votan en contra del pueblo judío, y los que no se atreven a hacerlo se abstienen públicamente de votar.

El pastor alemán Wolfgang Wegert escribió: “Aunque celebremos conmemoraciones de arrepentimiento por los crímenes del Holocausto cometidos contra los judíos en la Segunda Guerra Mundial, no queremos darnos cuenta de que los judíos están luchando de nuevo por su propia supervivencia y que se está gestando un Holocausto aún mayor. Dios nos libre de volver a hacernos culpables contra este pueblo” (septiembre de 2024).

El odio contra Israel y la Iglesia de Jesús es una prueba de la verdad bíblica. Es un hecho que vemos insinuado en Mateo 24:9 y Marcos 13:13, donde Jesús habla a sus discípulos y los compara al remanente fiel de Israel que atravesará la gran tribulación. Observemos al respeto lo que el escritor holandés Leon de Winter escribió hace algún tiempo en el periódico suizo NZZ: 

“Hace unas semanas, el erudito islámico palestino Mohammed Qaddura declaró a un canal de televisión iraní: ‘Como ya he dicho en el pasado, después de la liberación de Palestina no aceptaremos que quede ni una sola tumba judía en Palestina, para que no queden rastros ni recuerdos de ellos. Todas las palabras hebreas serán borradas y sustituidas por palabras árabes y palabras en las lenguas de los países que están del lado de los palestinos’. […]” 

Pero todo esto se queda corto cuando se ve el video de la rehén asesinada, Eden Yerushalmi. La joven de 24 años fue secuestrada el 7 de octubre en el festival de música Nova, donde había estado trabajando en el bar. Era una mujer bellísima. En el video sigue siéndolo, pero está demacrada y con una cara de extremo agotamiento y tristeza. Las fuerzas israelíes iban tras la pista de Eden Yerushalmi y otros cinco rehenes. Pero antes de que pudieran ser liberados, fueron asesinados en un túnel subterráneo. Cuando los soldados israelíes los encontraron, Hamás colgó en Internet un video en el que Eden habla con su familia durante unos minutos. El mensaje implícito de Hamás: ‘Hacemos esto porque ustedes no son más que hijos de cerdos. Los masacramos y disfrutamos del dolor que causamos’. […]

Me sentí abrumado, estupefacto, cuando la vi hablar y me di cuenta de que hacía poco la habían sacrificado como a un perro. No soy religioso. Pero la celebración ritual y triunfal de la muerte y el odio por parte de Hamás solo puede etiquetarse con un término religioso: maldad absoluta”.

Si Israel no tuviera importancia futura en los propósitos de salvación de Dios, no sería tan odiado. Sin embargo, sus enemigos…

…hacen las cuentas sin el Dios de Israel
El Salmo 110 nos llama la atención sobre esto. Leemos en el versículo 1: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (cf. Marcos 12:36; 2 Samuel 23:2-3).

Este “hasta que” es de crucial importancia. El versículo es una clara referencia a la ascensión de Jesús, como también se describe en Efesios 1:20: Jesús está sentado a la diestra de Dios Padre, hasta que…

Este “hasta que” señala el comienzo de la gran tribulación descrita en Apocalipsis. Pues durante ese tiempo, los enemigos serán puestos por estrado de los pies del Señor Jesucristo. Ya hoy, toda autoridad y poder le han sido entregados (Efesios 1:20-22). Todos los acontecimientos se incrustan en su plan y sirven al cumplimiento del propósito divino (2 Timoteo 1:9).

El versículo siguiente señala el regreso de Jesucristo en gloria: “Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder; domina en medio de tus enemigos” (Sal. 110:2).

Jesús volverá a Sion (Jerusalén), donde establecerá su trono, y a partir de ese momento reinará como Rey de reyes (cf. Apocalipsis 12:5).

Tenemos, pues, en el versículo 1 la ascensión de Jesús, que concluyó su primera venida con su muerte y resurrección. A continuación, en el versículo 2, se describe su regreso y su juicio sobre los enemigos de Dios. Pero ¿qué es lo que no se menciona aquí? ¿Qué tiempo hay entre los versículos 1 y 2? ¡La era de la Iglesia de Cristo! Ella no se menciona. De hecho, el salmista no podía nombrarla, porque aún era un misterio. Esto nos muestra con qué precisión está inspirada la Biblia. Israel es el tema principal en el Antiguo Testamento; más tarde, en el Nuevo Testamento, se trata de la Iglesia; y después de que ella llegue a la meta, el enfoque vuelve a Israel.

El versículo 3 del Salmo 110 deja claro que, en la segunda venida de Cristo, ocurrirá una conversión nacional en Israel: “Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud”.

Jesús volverá como la luz de la aurora por la mañana y traerá un nuevo día: “Desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud”.

El pueblo que lo rechazó en su primera venida, que lo crucificó en su juventud y que dijo durante más de 2000 años: “¡No es nuestro Dios!”, saldrá “voluntariamente” a su encuentro y exclamará, como Tomás en aquel entonces: “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn. 20:28), o como Natanael: “tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (Jn. 1:49).

En aquel entonces, Jesús dijo a su pueblo: “Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mt. 23:39). Y Pablo explicó “que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad” (Ro. 11: 25-26).

Luego, en el versículo 29 de Romanos 11, Pablo confirma la veracidad de todo lo que dijo sobre la elección de Israel por Dios: “Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”.

El retorno del Dios de Israel
Aunque olvidemos las promesas de Dios, incluso las que nos conciernen a nosotros mismos, ¡Dios no las olvida! Me gustaría recordarnos tres ejemplos:

Encontramos el primer ejemplo en Jeremías 30:1-7: “Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado. Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán. Estas, pues, son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá. Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz. Inquirid ahora, y mirad si el varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros. ¡Ah, cuán grande es el día! tanto que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado”.

Dios establece la historia de antemano: “Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado” (v. 2).

¿Cuáles son los hechos seguros de este pasaje?

• Todo ha sido escrito (v. 2).
• El destino se invertirá para Israel (v. 3).
• Serán llevados de vuelta a su tierra (v. 3).
• Pero al principio no habrá paz (¡hoy!) (v. 5).
• Habrá un tiempo de dolores de parto (v. 6).
• Pero Israel será liberado (v. 7).

¿Cómo procederá el Señor?
“No se calmará el ardor de la ira de Jehová, hasta que haya hecho y cumplido los pensamientos de su corazón; en el fin de los días entenderéis esto” (Jer. 30:24). Israel no lo ha comprendido durante dos milenios, pero lo hará en ese momento. Y entonces se describe la meta final: “En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo” (Jer. 31:1). 

La regla de tres divina para este objetivo, la encontramos en el versículo 2 de Jeremías 31: “Así ha dicho Jehová: El pueblo que escapó de la espada –tal como Israel sobrevivió al Holocausto– halló gracia en el desierto” –lo cual me hace pensar en la colonización y repoblación de la antigua tierra de Israel. Y sigue: “…cuando Israel iba en busca de reposo” – ese reposo que finalmente encontrará en su Mesías. Como dice Hebreos 4:9: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios”.

Permítanme añadir aquí el siguiente comentario: la restauración espiritual de Israel seguirá a la restauración física en la tierra. Las profecías bíblicas, el discurso de Jesús sobre el final de los tiempos en el monte de los Olivos y los acontecimientos descritos en el Apocalipsis se refieren todos a un pueblo que ha regresado a la tierra de los padres. Tomemos por ejemplo la segunda venida del Señor: cuando Jesús regrese sobre el monte de los Olivos, su pueblo debe estar allí. Los acontecimientos finales solo pueden tener lugar si Israel existe de nuevo. Gran parte del libro de Apocalipsis se refiere a esta tierra y a este pueblo, al igual que el discurso de Jesús sobre el final de los tiempos en los Evangelios. El Señor regresará del mismo modo que ascendió al cielo (Hechos 1:11). Hay, pues, una directa relación entre su partida y su regreso. La Biblia nos explica que Israel será conducido de vuelta a la tierra de los padres en incredulidad y recién después llegará a la fe (cf. Ezequiel 36:24 y ss.; Ezequiel 37). El pueblo regresa en su estado natural, con su vieja naturaleza y espíritu, tendrá que pasar por un tiempo de juicio, se convertirá y recibirá el Espíritu de vida.

La razón de todo esto es el amor inquebrantable de Dios, como seguimos leyendo en Jeremías 31:3: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto te prolongué mi misericordia”. Otras versiones dicen: “…por eso te he atraído con misericordia” (lbla); o: “Con amor inagotable te acerqué a mí” (ntv). –Esto incluye también el regreso a la tierra.

Vemos brevemente otro ejemplo del cumplimiento de las profecías antiguas en Israel en el Evangelio de Mateo, donde la primera y la segunda venida de Jesús van acompañadas de la misma alabanza. En Mateo 21:9 leemos lo que pasó cuando Jesús, en su primera venida, entró a la ciudad de Jerusalén, aclamado por las multitudes: “Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Y con respecto a su segunda venida, Jesús les profetizó que lo recibirían con estas mismas palabras (que son una cita de Salmos 118:25-26). Les dijo, en Mateo 23:39: “os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor”.

Por último, como tercer ejemplo, quisiera mencionar una interesante profecía paralela del Antiguo Testamento. Pues en el Salmo 24 vemos prefiguradas las dos venidas del Señor Jesús. Con respecto a su primera venida leemos: “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla” (Sal. 24:7-8). –Él libró la máxima batalla en la cruz y salió victorioso.  Luego, refiriéndose a su segunda venida, dice: “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, él es el Rey de la gloria” (Sal. 24:9-10). Y así termina este Salmo, describiendo al Señor como “Jehová de los ejércitos”, porque Jesús volverá como tal: “Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos” (Ap. 19:14).

Quisiera concluir esta reflexión con una afirmación del teólogo alemán H. Afflerbach: “Dios hace la historia, la dirige y actúa en ella. Para ello, se sirve de diversas personas, poderes y destinos”.

De esta manera, el Rey de la gloria cumplirá todas las profecías y llegará a su meta con Israel y con el mundo, llenando la tierra de su gloria.

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