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Llegado el fin de curso un viejo profesor le pregunta a su alumno:
Ya estás terminando tus estudios ¿verdad?
- Si profesor mañana me darán el diploma.
Y ahora ¿qué vas a hacer?
- Bueno voy a terminar el postgrado... pienso casarme... me va a ir bien estoy seguro de eso. Seré el mejor en lo que hago. Mi nombre será sinónimo de éxito.
¿Y después?
- Seguramente me voy a jubilar y tendré un buen pasar me aseguraré de eso. Voy a aprovechar para conocer el mundo…
¿Y después de todo eso?
- Profesor algún día me voy a morir…
¿Y después?
- Después…
Cuando la conversación llegó a este punto el alumno no supo qué responder. ¿Y tú mi amigo? ¿lo sabes?... ¿sabes qué ocurrirá después?
Si nos detenemos un momento en el pensamiento del joven nos damos cuenta que ésta es la posición que adopta la mayoría de las personas tal vez incluso tú mismo.
Generalmente escuchamos “Yo haré esto o aquello” “Voy a ir a tal o cual lugar”. Estas palabras no hacen más que recordarme un relato que encontramos en el evangelio de Lucas que dice lo siguiente: “Las tierras de un hombre muy rico habían dado una gran cosecha. Era tanto lo que se había recogido que el rico no sabía dónde guardar los granos. Pero después de pensarlo dijo: “Ya sé lo que haré. Destruiré mis viejos graneros y mandaré a construir unos mucho más grandes. Allí guardaré lo que he cosechado y todo lo que tengo. Después me diré: ¡Ya tienes suficiente para vivir muchos años! ¡Come bebe diviértete y disfruta de la vida lo más que puedas!” Pero Dios le dijo: “¡Qué tonto eres! Esta misma noche vas a morir y otros disfrutarán de todo esto que has guardado.” Así les pasa a todos los que amontonan riquezas para sí mismos. Se creen muy ricos pero en realidad ante Dios son pobres.”
Este hombre tenía grandes metas ambiciosos planes para su vida pero su confianza estaba en un tesoro equivocado.
¿Cúal es tu meta?
La Biblia nos dice - ¿de qué le vale al hombre ganar todas las riquezas del mundo si pierde su alma? - . Por tanto ¿qué harás después de lo que has leído? ¿continuarás negando y rechazando a Dios?
¿Cuál será tu decisión?
La Palabra de Dios explica de una forma muy gráfica: “Es muy fácil andar por el camino que lleva a la perdición porque es un camino ancho. ¡Y mucha gente va por ese camino! Pero es muy difícil andar por el camino que lleva a la vida porque es un camino muy angosto. Por eso son muy pocos los que lo encuentran”.
¿Qué harás?
¿Andarás por el “camino ancho” por el que van los que rechazan a Dios y no les interesa lo que Él dice? ¿O Andarás por el “camino angosto” por el que van los que reconocen a Dios como Salvador y Señor de sus vidas?
Jesús dijo: “El que cree en mí que soy el Hijo de Dios no será condenado por Dios. Pero el que no cree ya ha sido condenado precisamente por no haber creído en el Hijo único de Dios.”
Pon tu fe y confianza en Jesús toma la vida eterna y la esperanza que él te da. Pídele que perdone tus pecados reconócelo como Señor de tu vida. ¡No esperes más hazlo ahora mismo y podrás ver el poder de Dios trabajando en ti!
Además tendrás la respuesta a la pregunta “¿Y después?”
Tratado Evangelístico (100 unidades) COLORIDO