EL ARREBATAMIENTO: ¿antes o después de la tribulación?

Esteban Beitze

1. INTRODUCCIÓN

A. Un problema
Estamos viviendo un tiempo sin igual; uno que se asemeja cada vez más a los días finales como los describe la Biblia; una época en que el juicio ineludible de Dios cuelga como una espada de Damocles sobre la humanidad. Y uno se pregunta: ¿qué podemos esperar? ¿cuánto nos resta? La respuesta a estas preguntas será el tema de hoy: El arrebatamiento… ¿antes o después de la tribulación?

Circulan varias respuestas a esta interrogante; pero ¿son bíblicas? Por un lado, hay los que niegan siquiera la esperanza de un arrebatamiento de la Iglesia. También están los que ven el arrebatamiento y la venida visible del Señor en gloria como un solo acontecimiento al final de la tribulación. Y finalmente, están aquellos que consideran el arrebatamiento como un acontecimiento previo a la tribulación.

El arrebatamiento, ¿antes o después de la tribulación? 

B. Una propuesta
Vamos a intentar demostrar bíblicamente la realidad del arrebatamiento pretribulacional, y con ello la bienaventurada esperanza que tenemos los creyentes acerca del pronto regreso del Señor por los suyos. 

C. Algunos pasajes
Vamos a ver primeramente qué nos dice la Biblia acerca del arrebatamiento:

– 1 Corintios 15:51,52: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos…”. 

Otro pasaje que habla del mismo evento lo encontramos en: 

– 1 Tesalonicenses 4:16-18: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”.

Hay un pasaje más que quisiera que leamos, son las palabras del Señor Jesús mismo en Juan 14:1-3; palabras que nos alientan en un mundo en el cual nos sentimos como extraños: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. 

Así que la Biblia nos dice que seremos transformados en un abrir y cerrar de ojos, y seremos arrebatados para estar donde está Cristo: en la Casa del Padre.

2. DEMOSTRACIÓN

El arrebatamiento, ¿antes o después de la tribulación?

Vamos a enunciar una serie de argumentos para demostrar que el arrebatamiento se va a dar antes de la tribulación:

A. Argumentos de la hermenéutica (es la teoría y metodología de la interpretación correcta de un texto).

La doctrina del arrebatamiento antes de la tribulación permite una interpretación literal (no alegórica) de los textos bíblicos correspondientes.

Analicemos algunos de estos pasajes:

– El verbo “arrebatar” que leímos en 1 Tesalonicenses 4:17 aparece muy poco en la Biblia. En el original griego, jarpázo significa apoderarse, llevarse por la fuerza, raptar, asir rápidamente. De ahí que es absolutamente correcto utilizar la expresión rapto o arrebatamiento para este evento. 

Cristo vendrá del Cielo en las nubes a nuestro encuentro, y nosotros, la Iglesia del Señor, seremos acercados a Él en las nubes, para “recibir al Señor en el aire” (1 Ts. 4:17); luego entraremos con Él a su morada celestial.

– Mucha de la confusión en cuanto al arrebatamiento radica en una errónea interpretación del texto de Mateo 24. Muchos piensan encontrar en los versículos 37 al 42 una referencia al arrebatamiento después de todos los juicios que se describen en los versículos anteriores; pero Mateo 24 no habla del arrebatamiento, sino habla del juicio de Dios durante el tiempo de la tribulación.

Por favor, lean conmigo: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”. 

Leemos que, en los días de Noé, “el diluvio se los llevó a todos”, es decir, a todos los que no creyeron la Palabra de Dios por boca de Noé. Todos ellos perecieron. Del mismo modo serán llevados por el juicio, al final de la tribulación, las personas que rehúsen creer la Palabra de Dios. En cambio, aquellos que serán dejados son los que se quedarán en la Tierra y serán admitidos al Reino milenial de Cristo en este mundo. Por lo tanto, Mateo 24 no habla del arrebatamiento, sino de la venida del Señor a la Tierra para ejecutar el juicio sobre los inconversos y establecer aquí su Reino de mil años. La misma idea la vemos reforzada en las parábolas de Mateo 25. También allí se define quién entrará en el milenio y quién será llevado o echado fuera.

Veamos un momento la promesa del mensaje de Jesús a la iglesia de Filadelfia (Apocalipsis 3:10). Es categórica: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra”. 

Acá se hace referencia a la “hora de la prueba”, señalando un tiempo que traerá la prueba más terrible de todas. Será el momento cuando se manifieste el anticristo en plenitud, levantado por Satanás, con poder y milagros satánicos para engañar a todos los que pueda (2 Tesalonicenses 2:9-12; Apocalipsis 13). La primera etapa de la tribulación se destacará por este engaño anticristiano, al cual luego le seguirá la así llamada “gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mt. 24:21), con el auge de los juicios.

El alcance de esta tribulación es “…sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra”. Con el vocablo mundo (gr. oikoumene), se hace referencia a toda la tierra habitada.1 Es evidente que se trata de una tragedia global. 1 Diccionario Vine NT – E-sword

Observemos esto: “…te guardaré de la hora de la prueba”; es muy importante observar la expresión “de” (gr. ek). Algunos dicen que esto significa que el Señor los va a guardar de en medio de esta prueba, o sea, que entrarán en la prueba y Jesús los sacará de allí; pero esto no es así. Al estar acompañado precisamente del verbo “guardar” (gr. téreo), no puede significar otra cosa que ser guardado de entrar a la hora de la prueba. 

Pongamos un ejemplo: supongamos que vemos a un niño correr hacia un río con fuerte correntada. En el último momento logramos impedir que se sumerja en él. Así lo “guardamos” de caer al río; sin embargo, si se cae en el agua, ya no podemos guardarlo, sino que tenemos que salvarlo del río. En nuestro pasaje ocurre exactamente lo mismo, ya que indica que Jesús guarda a su Iglesia de la “hora de la prueba”, no que la salve en medio de la misma. 

B. Argumentos que tienen que ver con la naturaleza del período de la tribulación
– Ninguno de los pasajes del AT o NT sobre la tribulación menciona a la Iglesia (Deuteronomio 4:29-30; Jeremías 30:4-11; Daniel 9:24-27; 12:1-2; Mateo 24:15-31; 1 Tesalonicenses 1:9-10; Apocalipsis 4-19).

– El tiempo de la tribulación está relacionado intrínsecamente con el plan de Dios con su pueblo Israel. Este tiempo es llamado también, en Jeremías 30:7 “tiempo de angustia para Jacob”.

– Esta relación con Israel se ve también en el hecho de que el tiempo de la tribulación coincide con la septuagésima semana de Daniel. Dios había prometido a Daniel que en un período de 70 x 7 años se cumplirían las profecías para su pueblo y su santa ciudad. Veamos brevemente la historia de Israel en 70 semanas de años o 70 siclos de 7 años:

Siete semanas duró la reconstrucción de Jerusalén bajo Nehemías; luego pasaron las 62 semanas intertestamentarias, hasta la aparición del Mesías, que murió, “más no por sí”. Y entonces se interrumpe la historia de Israel. Dios aprovecha el rechazo por parte de Israel de su Mesías para introducir algo nuevo: la Iglesia compuesta de judíos y gentiles, un “misterio escondido desde los siglos en Dios” (Efesios 3:8-10).   

Hay un período intercalado entre la semana 69 y la 70 que ninguno de los profetas del Antiguo Testamento vio, pero que fue revelado en el Nuevo Testamento. Este período dura desde Pentecostés hasta el arrebatamiento y es la era de la Iglesia. Luego de que la Iglesia sea arrebatada, arrancará la última semana de 7 años con la confirmación de un pacto del anticristo con Israel.

– El período de la tribulación no debe confundirse con las tribulaciones que ha sufrido la Iglesia en todos los tiempos y que ahora sufren nuestros hermanos en Corea del Norte, China comunista y en muchos países islámicos, y otros lugares. Este tipo de tribulación también nos espera a nosotros, pues dice la Biblia: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hch. 14:22); y “…todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Ti. 3:12).

La naturaleza de la gran tribulación es que será un tiempo de juicio de parte de Dios. Isaías 13:9 lo describe así: “He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores”. Será un “día de venganza de Jehová” (Is. 34:8); un “día de la ira de Jehová” (Sof. 1:18). 

Apocalipsis 6:17 nos relata que, en aquel día, dirán “a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”.

La Iglesia sufrirá tribulación y persecución, pero nunca la ira del Cordero.

Hay al menos 5 pasajes explícitos que indican una desaparición de la Iglesia previa a los juicios:

– Romanos 5:9: “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira”.

– 1 Tesalonicenses 1:10: “…y esperar de los cielos a su Hijo …a Jesús, quien nos libra de la ira venidera”.

– 1 Tesalonicenses 5:9: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

– 2 Pedro 2:9: “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio”.

– Y como ya vimos, a la iglesia de Filadelfia se le prometió la preservación “de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Ap. 3:10).

– Es característico del actuar divino que los creyentes sean arrebatados antes de que el juicio de Dios pase sobre la Tierra; encontramos este curso de acción del Señor con Enoc, Noé, Lot, Rahab, etc. (cf. 2 Pedro 2:6-9). Hasta podemos ver un tipo profético del arrebatamiento y la tribulación en el arrebatamiento de Enoc antes del juicio, mientras que Noé y su familia, el remanente fiel, tuvo que pasar, aunque a salvo, por el juicio, como le sucederá al remanente de Israel.

C. Argumentos que se basan en la enseñanza de la inminente venida del Señor
– La interpretación pretribulacionista es la única que enseña que la venida de Cristo es inminente. Los redimidos deben esperar al Señor en todo momento. No deben esperar primero al anticristo o el comienzo de la tribulación (1 Tesalonicenses 1:9-10; 1 Corintios 15:22; Apocalipsis 22:20). ¡Siempre fue una expectativa sin condición previa!

– La exhortación “alentaos los unos a los otros con estas palabras”, en 1 Tesalonicenses 4:18, solo tiene sentido en conexión con un arrebatamiento previo a la tribulación.

– El llamamiento a aguardar “la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13) perdería su significado si primero viniera el período de la tribulación. Los creyentes tendrían entonces que buscar señales, como las descritas en Mateo 24, pues todas las señales que se mencionan allí y en sus pasajes paralelos tendrán su cumplimiento en la tribulación. Sin embargo, mientras que la Iglesia constantemente es exhortada a esperar la venida del Señor, a los creyentes que se convertirán después, en el período de la tribulación, se les advierte que observen las señales durante ese tiempo.

D. El argumento de la obra del Espíritu Santo
Por el pasaje de 2 Tesalonicenses 2:7 entendemos que el Espíritu Santo es el poder que aún detiene la manifestación plena del mal. Allí dice: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio”. Las palabras utilizadas en los textos originales solo pueden hacer referencia al Espíritu Santo. Además, la Iglesia por sí misma no puede detener al anticristo, que viene en el poder de Satanás; esto solo lo puede hacer alguien más poderoso que él —el Espíritu de Dios.

Este no puede ser quitado de este planeta antes que la Iglesia, porque el Espíritu Santo mora en la Iglesia. Y cuando Él sea quitado de en medio, la Iglesia deberá ser arrebatada junto con Él. Por lo tanto, el período de la tribulación no puede comenzar hasta que lo que contrarresta el mal, el Espíritu y con Él la Iglesia, sean quitados. 

E. Argumentos basados en la necesidad de espacio entre el arrebatamiento y la segunda venida
Un argumento muy fuerte para definir si el arrebatamiento es antes o después de la tribulación es justamente el espacio de tiempo que se requiere entre ambos eventos.

– Según 2 Corintios 5:10, todos los creyentes de la era de la Iglesia deberán comparecer ante el tribunal de Cristo en el Cielo (cf. v.8). Este evento nunca se menciona en relación con la segunda venida de Cristo a la Tierra. 

– En Apocalipsis 4 y 5 aparecen los 24 ancianos, que por su descripción son representativos de la Iglesia, dado que fueron redimidos de todos los pueblos por la sangre del Cordero. El hecho de que se los observe en el Cielo después de las cartas a las iglesias (capítulos 2 y 3), y antes de que se abran los sellos y empiece la tribulación, en el capítulo 6, hace evidente que la Iglesia ya se encuentra en el Cielo. Para colmo, nunca más se nombra a la Iglesia durante los juicios de la tribulación, hasta el capítulo 19, donde ella regresa con gran gozo, galardonada y llena de alabanzas junto a Cristo desde el Cielo. 

¿Cuándo llegó allí? Obviamente entre los capítulos 3 y 4. Por lo tanto, es evidente que el arrebatamiento y la recompensa en el Cielo se llevaron a cabo antes.

– Las bodas del Cordero con la Iglesia deben celebrarse en el Cielo antes del banquete de bodas que tendrá lugar después de la segunda venida de Cristo en la tierra (Apocalipsis 19:7-10), por lo cual la Iglesia debe encontrarse en el Cielo antes de la venida de Jesús con poder y gloria y junto a ella.

– Los santos de la tribulación no serán arrebatados al final de la tribulación, sino que serán dejados en la Tierra, como vimos en Mateo 24, para entrar al milenio. Allí se dedicarán a actividades ordinarias como labrar los campos, construir casas y criar hijos (Isaías 65:20-25). 

– El juicio sobre los gentiles que seguirá a la venida del Señor en gloria (cf. Mateo 25:31-46) muestra que tanto los salvados como los perdidos estarán todavía en sus cuerpos naturales; esto sería imposible si el arrebatamiento tuviera lugar después de la segunda venida.

F. Argumentos partiendo de los contrastes entre el arrebatamiento y la segunda venida
– En el arrebatamiento iremos a la casa del Padre (Juan 4:1-3), mientras que, en la segunda venida, bajaremos con Cristo a este planeta (1 Tesalonicenses 3:13; Judas 1:14; Colosenses 3:4). 

– En el arrebatamiento, el Señor vendrá por los suyos (1 Tesalonicenses 1:9-10). En la segunda venida con poder y gloria, vendrá con los suyos (1 Tesalonicenses 3:13; Apocalipsis 19:14).

– En el arrebatamiento, los santos serán llevados al Cielo, mientras que en la segunda venida, los santos que sobrevivieron la tribulación serán dejados en este mundo para gozar del milenio (cf. Mateo 24:36-39).

– En el arrebatamiento, el Señor vendrá para librar a su Iglesia de la ira venidera (1 Tesalonicenses 1:10). En la segunda venida, vendrá para juzgar a los que no conocieron a Dios (2 Tesalonicenses 1:8).

– El arrebatamiento tendrá lugar “en un abrir y cerrar de ojos”, pero en la segunda venida “todo ojo le verá”. Así de lento (y visible. N de la R) como Jesucristo ascendió al Cielo mientras sus discípulos miraban, así también volverá al monte de los Olivos (Hechos 1:11; Zacarías 14:4).

– El arrebatamiento de la Iglesia es un misterio que fue revelado recién en el Nuevo Testamento, mientras que la segunda venida fue anunciada ya por los profetas del Antiguo Testamento.

– El arrebatamiento concluye la historia de la Iglesia, que empezó en Pentecostés y cierra con el arrebatamiento cuando haya entrado la plenitud de los gentiles (Romanos 11:25), mientras que la segunda venida será la culminación de las promesas hechas a Israel (Daniel 9:24).

– El arrebatamiento puede ocurrir hoy mismo. No hay una sola profecía que tenga que cumplirse antes que esto suceda, mientras que muchas señales deben cumplirse aún antes de la segunda venida de Cristo.

3. CONCLUSIÓN

Habría muchos argumentos más que señalar, que por el espacio disponible no podemos desarrollar. Pero, frente a la preguntar inicial: El arrebatamiento ¿antes o después de la tribulación?, la respuesta bíblica definitivamente es: ¡Será antes de la tribulación!

A. El anhelo
El arrebatamiento, la venida del Señor para los suyos, era la esperanza y la perspectiva de la Iglesia primitiva. Sobre todo Pablo habla acerca de la expectativa de la pronta venida del Señor para buscar a su Iglesia (1 Tesalonicenses 1:9,10; 4:18; 1 Corintios 1:7; Filipenses 3:20). Leamos este último versículo como ejemplo: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Fil. 3:20).

Lamentablemente se ha perdido bastante este sentir, y como consecuencia, la mundanalidad y el materialismo ganan terreno en las iglesias. El Señor predijo esto, y a muchos les va acontecer como a aquel siervo malo de Mateo 24:48, que dijo: “Mi señor tarda en venir”, y comenzó a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos.

¡Volvamos a la actitud del siervo fiel y prudente de los versículos anteriores, que esperaba a su Amo y a quien su Señor, al regresar, encuentra cumpliendo con su deber!

“Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (He. 10:37). El mismo libro Apocalipsis termina con la reiterada afirmación del Señor: “He aquí yo vengo pronto”. Cristo tiene esta expectativa; ¿la tienes tú también?

B. El evento
En el arrebatamiento participarán todos los verdaderos hijos de Dios, todos aquellos que aceptaron la salvación en Cristo.

Volveremos a ver a nuestros seres queridos creyentes: los muertos en Cristo resucitarán (1 Tesalonicenses 4:16). El cuerpo de resurrección será completamente nuevo (1 Corintios 15:35-38), pero reconocible. Lo corruptible se transformará en incorruptible (1 Corintios 15:42); ya no habrá más enfermedades, debilidades, cansancio, muerte, etc. (Apocalipsis 21:4; 1 Corintios 15:43; Lucas 20:36). El cuerpo de humillación como consecuencia del pecado será transformado en un cuerpo de gloria (1 Corintios 15:43; Filipenses 3:21; Daniel 12:3). 

Y sobre todo, veremos a Cristo, como dice en el amado himno: 

Cara a cara, ¡cuán glorioso
ha de ser así vivir!
Ver el rostro de quien quiso
nuestras almas redimir. 

¡Qué gozo, qué consuelo nos da esto!

C. Las consecuencias
Cuando pensamos en las consecuencias que pueden y deben provocar en tu vida y en la mía la esperanza de un arrebatamiento inminente, podemos señalar aquí algunas de ellas (puede haber muchas más):

– Leerás y aplicarás la Palabra en forma constante; ella tendrá un lugar central en tu vida y ministerio (Apocalipsis 1:3).

– Cultivarás una vida de oración (1 Pedro 4:7).

– Buscarás fielmente la comunión con los hermanos, sin faltar a las reuniones con cualquier excusa, siempre consciente de que “aquel día se acerca” (Hebreos 10:25).

– Te involucrarás en la obra del Señor, aplicarás tus dones y le servirás con fidelidad (1 Tesalonicenses 1:9,10). Si vives con esta expectativa constante, pensando que “quizás sea hoy”, entonces tu servicio será muy diferente. El tribunal de Cristo está a las puertas, y no querrás ser de aquellos que pierdan sus coronas, ¿o sí?

– Además, ¡vive una vida marcada por la santidad práctica (1 Juan 3:2)! 

– Ante la inminencia del arrebatamiento, deberías caracterizarte por tu amor al prójimo (Filipenses 4:5).

– Tu esperanza también se manifestará por un testimonio denodado (Hechos 1:6-8). 

¡Ten en cuenta lo que significará para tus familiares, amigos, compañeros y vecinos inconversos, y para millones de personas, el tiempo de la ira de Dios aquí en este mundo y la condenación eterna!

– Si amas la venida de Cristo, también la adoración será una constante en tu vida (1 Corintios 11:26). Es algo que vamos a hacer por la Eternidad.

– Y, como ya dijimos, tu corazón se llenará de la gozosa expectativa de estar para siempre con el Señor (Tito 2:13).

Todo este tema no solo nos tiene que llenar de información, sino darnos profunda seguridad, esperanza y consuelo y desafiarnos a una entrega completa. ¡Jesucristo viene, y viene pronto! ¡Maranata!

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