Ataque contra Israel, ¿dónde terminará esto?

Fredy Peter

¿Tiene el brutal ataque de Hamás hace algunos meses alguna significación profética?

Estas preguntas las quiero responder utilizando un Salmo de Asaf —el Salmo 83, un cántico de Israel, altamente profético y con fuertes paralelos con los eventos actuales en Israel.

La introducción es sencilla e informativa: “Salmo de Asaf”. Asaf fue uno de los tres directores de canto o directores musicales de la tribu de Leví que el rey David había designado para organizar el coro del templo. Inspirado por el Espíritu Santo, Asaf ve a través de la historia mundial hasta la segunda venida de Jesús.

En el primer versículo, escuchamos su urgente súplica:

1. Un plan devastador de aniquilación
“Oh Dios, no guardes silencio; No calles, oh Dios, ni te estés quieto. Porque he aquí que rugen tus enemigos, y los que te aborrecen alzan cabeza. Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, y han entrado en consejo contra tus protegidos. Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel” (Salmo 83:1-4).

¿No es esto precisamente lo que Israel experimentó el 7 de octubre, cuando Hamás lanzó sobre él la operación “Inundación de Al-Aqsa”? Aquel sábado marcó el final de la celebración de Sucot, con Simjat Torá, un día alegre en que se festeja el gozo de la Ley. Y fue precisamente ese día que la organización terrorista islámica Hamás eligió para llevar a cabo una masacre cuidadosamente planeada para exterminar a los judíos.

Antes del amanecer, los terroristas de Hamás atravesaron con astucia y violencia la frontera con Israel desde la Franja de Gaza. Destruyeron más de 20 localidades israelíes y causaron una horrible masacre. Secuestraron a más de 230 rehenes, incluidos más de 38 niños, e incluso a un bebé de menos de un año. Maltrataron, torturaron y asesinaron a más de 1,300 personas judías. Desde el Holocausto no se había asesinado a tantos judíos en un solo día como en ese shabat oscuro.

“Había escenas de crueldad, barbarie, mutilación, desmembramiento, violación. Parejas y miembros de la familia fueron atados entre sí y quemados vivos; a familias enteras les extrajeron los órganos mientras estaban vivos; los niños tuvieron que presenciar cómo torturaban y mataban a sus padres; los padres fueron obligados a ver cómo a sus hijos les sacaban los ojos y les destrozaban la cabeza. En las salas de estar, cocinas, cunas de bebés y juguetes, baños, áreas de césped, autos, por doquier hubo sangre coagulada de los judíos asesinados” (Stan Goodenough, Boletín Israel Hoy, 29/10/2023).

Los periodistas y políticos vieron un video sin censura de 45 minutos proporcionado por las Fuerzas de Defensa de Israel. Abandonaron la proyección impactados, perturbados y llorando, algunos después de solo unos minutos. Algunos dicen que esto fue uno de los baños de sangre más bestiales de la historia de la humanidad. ¿No es esto un poco exagerado? Ha habido atrocidades siempre y masacres en una escala mucho mayor también. Pero lo que vivió Israel el 7 de octubre ni siquiera se les había ocurrido a los cineastas de Hollywood más extremos.

En la Biblia leemos que, a lo largo de la historia de Israel, los enemigos han matado a hombres, mujeres y niños, incluso han abierto el vientre a mujeres embarazadas. Pero Hamás no se detuvo allí; los terroristas no solo abrieron el vientre de una mujer embarazada, sino que también sacaron al feto, al pequeño no nacido, y lo decapitaron.

El secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, dijo en una audiencia en Washington lo siguiente sobre una familia judía de cuatro personas: “Al hombre le sacaron los ojos, a la mujer le cortaron los senos, a la niña le cortaron el pie, al niño le cortaron los dedos y luego asesinaron a toda la familia”.

Las atrocidades alcanzaron proporciones inimaginables cuando estos asesinos bestiales se sentaron a la mesa preparada para el desayuno en la mañana del sábado sabático y se filmaron mientras comían.

Hamás significa en árabe: entusiasmo, fervor, espíritu de lucha. La palabra “hamás” (Strong h2555) también aparece en la Biblia hebrea. Las dos primeras menciones las encontramos en Génesis 6:11: “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia”. Y en Abdías 1:10 (lbla) más adelante dice: “Por la violencia contra tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza”. Este es el carácter de Hamás, descrito proféticamente en la Biblia hace 3,500 años.

En medio de todas las discusiones y reportes en los medios y la política sobre lo que Israel está haciendo o ha hecho en la Franja de Gaza, no nos olvidemos del hecho central: fue ese horrible ataque contra Israel del que ahora Israel se está defendiendo. Y mientras un asesino en serie generalmente intenta ocultar sus crímenes, estos genocidas islamistas se jactaron de sus barbaries y las publicaron ante todo el mundo. ¡Y encima reciben aplausos y aprobación! —una inconcebible explosión mundial de antisemitismo. 

Manifestantes delante de la emblemática ópera de Sídney vociferaron: “¡Gasifiquen a los judíos!”

En Londres una manifestante sostuvo una pancarta que decía: “Borren a los judíos de la faz de la Tierra”. 

Y mundialmente se escuchaba en los medios sociales y en las calles: “From the river to the sea, Palestine will be free”. Esto significa: “Desde el río Jordán hasta el Mediterráneo, Palestina será libre de judíos”. 

La ONU adoptó una resolución con una mayoría de dos tercios que condena a Israel y ni siquiera menciona a Hamás.

Fue Dietrich Bonhoeffer quien dijo: “Solo aquel que eleva su voz a favor de los judíos, también la puede elevar en cantos gregorianos”. Esto significa: ¡Un cristiano no puede alabar a Dios y al mismo tiempo guardar silencio frente a la injusticia sufrida por Su pueblo! Isaías 62:1 lo expresa así: “Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha”. ¡No debemos callar cuando el pueblo de Dios es masacrado y amenazado brutalmente!

“¡Nunca más!” fue la promesa después del Holocausto en la Segunda Guerra Mundial. Pero ¿qué queda de eso? ¿Nos mantenemos firmes por Israel y suplicamos como el salmista: “¡Oh Dios, no guardes silencio; No calles, oh Dios, ni te estés quieto!” (Salmo 83:1)?

¿De qué se trata realmente este ataque a Israel? Un ataque a Israel siempre es un ataque al Dios de Israel. Los enemigos de Israel son, en primer lugar, enemigos de Dios. El Salmo de Asaf lo dice claramente: “Porque he aquí que rugen tus enemigos, y los que te aborrecen alzan cabeza. Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, y han entrado en consejo contra tus protegidos. Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel” (Salmo 83:2-4).

En el conflicto de Oriente Medio, no se trata del territorio ; en total, los árabes poseen 360 veces más tierras que la superficie de Israel. No se trata de injusticia y política; de lo contrario, el problema podría haberse resuelto hace mucho tiempo. El conflicto de Oriente Medio es un enfrentamiento principalmente religioso; es una lucha espiritual contra Dios y su plan de salvación.

Esta lucha fundamental comenzó en Génesis 3:15: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.

¿Quién es esta simiente? ¡El judío Jesucristo! Jesús nació como judío. Jesús murió como judío y Jesús regresará como judío. Contra él está dirigida la lucha que atraviesa la historia de la humanidad:

En la esclavitud egipcia, Faraón intentó ahogar a todos los recién nacidos varones y se ahogó él mismo (Éxodo 1:22; Éxodo 14:27-28). En el desierto, Amalec intentó exterminar al pueblo y mató a los más débiles y enfermos, pero finalmente fue derrotado. (Éxodo 17; Deuteronomio 25:17-19). Amán en el libro de Ester lo intentó en la antigua Persia, Hitler lo intentó en la era moderna y todos fallaron. El ataque a Israel es un ataque frontal al Dios de Israel. Lo confirma Zacarías 2:8: “…el que os toca, toca a la niña de Su ojo”.

Cuando los islamistas luchan contra los judíos, en última instancia, se trata de la pregunta de quién es el verdadero Dios. ¿El Alá del islam, del cual se dice que no tiene hijo, o el Dios de la Biblia, para quien todo gira en torno a su Hijo?

La sharía, el sistema legal religioso del islam basado en el Corán y los Hadices, divide el mundo en dos zonas: dar-al-islam y dar-al-harb. Cualquiera puede leer sobre esto en Wikipedia. El término jurídico islámico dar al-islam (árabe: Casa del Islam) se refiere a todas las zonas bajo dominio musulmán. El término árabe dar al-harb se traduce literalmente como Casa de la Guerra o Territorio de Guerra, y se refiere a todos los territorios del mundo que no están bajo dominio islámico y que aún no han sido conquistados.

La bandera saudí, de gran belleza visual, lleva el credo islámico: “Atestiguo: no hay otro Dios que Alá y Mahoma es su mensajero”. Y en ella se representa un sable oriental; es la espada del islam que debe conquistar el mundo.

Según la doctrina islámica, una vez que una zona ha estado bajo dominio islámico, es dar al-islam, de una vez por todas. Y como el Corán es la revelación final de Alá y Mahoma es el sello de los profetas, así seguirá siendo. Después de todo, Alá prevalecerá en última instancia… la Biblia es el libro falsificado e invalidado por los judíos y los cristianos… un Estado judío dentro de dar al-islam es, por tanto, impensable. Solo así se entiende el odio islamista al Estado judío. 

Esto también se refleja en la muy citada exclamación islámica “Allahu akhbar“. En los medios de comunicación se traduce como “Alá es grande”, pero no es correcto. En nuestra Misión tenemos dos colaboradores que hablan árabe y les pregunté a cada uno qué significa literalmente esta exclamación religiosa. Me explicaron que “Allahu akhbar” significa “Alá es el más grande” o “es más grande”. “Alá es grande” se traduciría como “Allah kbir”, ¡pero eso nunca se oye! El grito “Allahu akhbar”, que los islamistas pronuncian en cada oportunidad, revela la mentalidad y el núcleo de todo el conflicto. No se trata de autonomía, asentamientos o devolución parcial de territorio, sino de la reivindicación islámica absoluta: “Alá es el más grande”. Todo el mundo tiene que someterse a él y no hay tolerancia ni igualdad.

Sin embargo, la legitimidad de esta pretensión absoluta de poder queda en entredicho mientras los judíos como nación habiten este pedazo de territorio. Porque mientras así sea, la verdad de Génesis 17:8,21 permanecerá ante los ojos de toda la humanidad: “Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos… estableceré mi pacto con Isaac”. O Deuteronomio 6:4-5: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.  Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. 

Volvamos ahora al Salmo 83.

2. Una poderosa alianza de enemigos
En una reunión cumbre, las naciones vecinas acuerdan la aniquilación completa de Israel. El salmista describe esta conspiración con todo detalle:

“Porque se confabulan de corazón a una, contra ti han hecho alianza las tiendas de los edomitas y de los ismaelitas, Moab y los agarenos; Gebal, Amón y Amalec, los filisteos y los habitantes de Tiro. También el asirio se ha juntado con ellos; Sirven de brazo a los hijos de Lot” (Sal 83,6-9).

Aparte de este pasaje, en ningún otro lugar del Antiguo Testamento se menciona una lista tan impresionante de Estados hostiles vecinos de Israel. Hay comentaristas que relacionan estos versos de Asaf, el músico principal de David, con las batallas de David. Pero David nunca luchó contra una coalición enemiga tan grande. Otros dicen que esto se cumplió en 2 Crónicas 20 con el rey Josafat, pero allí tampoco se mencionan todas las naciones del Salmo 83. Aún otros ven esto como la alianza de los enemigos de los judíos en el tiempo de los Macabeos, como se relata en 1 Macabeos 5. Empero, allí son los hijos de Esaú los que lideran el ataque, no los hijos de Lot.

Dr. Roger Liebi ofrece una explicación muy interesante con la decisión de la Liga Árabe en 1945 de erradicar el Estado judío: las diez zonas del Salmo 83 caen precisamente sobre los siete Estados fundadores de la Liga Árabe, que entonces desempeñaron un papel importante en la guerra de 1948/49 contra Israel: 

1. Edom, Amón, Moab = Jordania. 
2. Agaritas = Siria. 
3. Tiro, Gebal = Líbano. 
4. Ismaelitas = Arabia Saudita. 
5. Aussur = Irak. 
6. Amalec = Egipto. 
7 Los ismaelitas también incluyen = Yemen. 

El país filisteo pertenecía a Egipto = Franja de Gaza.

William MacDonald ve grandes similitudes entre este salmo y la guerra del Yom Kippur de 1973. Todo ello apunta a la última marcha de los vecinos hostiles de Israel que quieren destruir el Estado judío, al cumplimiento de los últimos tiempos.

En la siguiente porción del Salmo 83, Asaf recuerda a Dios:

3. Victorias abrumadoras en el pasado
El versículo 9 cita proezas militares del libro de los Jueces, capítulos 4 a 8: “Hazles como a Madián, como a Sísara, como a Jabín en el arroyo de Cisón; que perecieron en Endor, fueron hechos como estiércol para la tierra”. 

Dios concedió al pueblo de Israel bajo el mando de Débora y Barac una gran victoria: sobre Jabín, el rey de Hazor, sobre su comandante en jefe Sísara y todo el ejército hostil madianita.

“Pon a sus capitanes como a Oreb y a Zeeb; como a Zeba y a Zalmuna a todos sus príncipes, que han dicho: Heredemos para nosotros las moradas de Dios” (Sal 83:11-12). 

El plan de los capitanes de Madián era el siguiente: las moradas de Dios, o sea el Monte del Templo debía ser arrancado a los judíos. Y de nuevo fue Dios mismo quien dio la victoria sobre los enemigos. Estas grandes victorias del pasado animaron a Asaf a orar por la victoria sobre los enemigos actuales y futuros de Israel.

Dios permite las dificultades para que los miembros de su pueblo se den cuenta de que no pueden salir adelante por sí solos. “Ciertamente en Jehová nuestro Dios está la salvación de Israel.” (Jer 3:23).
A partir del versículo 13 Asaf ora por una:

4. Intervención masiva en el futuro
“Dios mío, ponlos como torbellinos, como hojarascas delante del viento, como fuego que quema el monte, como llama que abrasa el bosque. Persíguelos así con tu tempestad, y atérralos con tu torbellino. Llena sus rostros de vergüenza, y busquen tu nombre, oh Jehová” (Sal 83:13-16). 

Es un lenguaje muy fuerte, pero no apunta a la destrucción total de los enemigos. No se trata de vindicación o de venganza. El objetivo principal de este canto de Asaf es el honor de Dios: “¡Que busquen tu nombre, oh Señor!”

Los acontecimientos en Israel muestran que se está preparando el escenario, que se están colocando las piezas de ajedrez.  Días después de los ataques de Hamas del 7 de octubre 2023, el diario alemán Die Zeit puso en grandes letras en su portada la pregunta: “¿Cómo terminará todo eso?”.

¿No es esa también nuestra angustiosa pregunta como amigos de Israel? Nos preguntamos: ¿Cómo terminará? ¿Adónde nos llevará? Existe un temor real en todo el mundo de que el conflicto de intereses de las grandes potencias como Estados Unidos, Rusia, Turquía, China en torno a Israel pueda sumir de repente a la humanidad en una tercera guerra mundial.

En el extremo sur, Yemen, el tercer país más pobre del mundo, ha declarado la guerra a Israel y está enviando misiles y aviones no tripulados contra Israel desde una distancia de más de 1,600 kilómetros. En el suroeste está Hamás, en el este, en el Golán, los sirios, y en el norte, Hezbolá, todos apoyados por Irán. Más al norte está Turquía, que ha anunciado públicamente su pleno apoyo a Hamás y ha calificado a Israel de Estado terrorista. El 15 de noviembre, el presidente Erdogan anunció entre aplausos ante el parlamento en Ankara: “Israel, tu fin está cerca… ¡estás a punto de salir para afuera!”.  Y aún más al norte está Rusia, recientemente aliada con Irán.

Si consideramos entonces la constelación del Salmo 83, concluimos que los acontecimientos actuales que rodean a Israel son realmente alarmantes. Apenas unos días después del terrible atentado del 7 de octubre, el presidente estadounidense Biden, el presidente francés Macron, el primer ministro británico Sunak y el canciller alemán Scholz viajaron a Israel uno tras otro. ¿De qué hablaron?

Teniendo en cuenta que anclaron unos 80 buques de guerra de la OTAN en el Mediterráneo oriental, un despliegue sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, nos preguntamos: ¿está aún por llegar una guerra a gran escala en Oriente Medio? Cronológicamente, vemos la restauración de Israel en Ezequiel 36 y 37 y, a continuación, la destrucción de Gog y Magog en las montañas de Israel en Ezequiel 38 y 39. ¿Se firmará entonces el tratado de paz con el Anticristo? Ese sería entonces el comienzo del período de la tribulación de siete años; sin embargo, en ese momento el arrebatamiento ya habría tenido lugar…

Verdaderamente no sé cómo será. Y aunque nos encantaría investigar y sacar conclusiones de las Escrituras, debemos tener cuidado de no especular. Hay cosas que simplemente no las sabemos. También debemos tener cuidado de no odiar a los musulmanes. Como cristianos, estamos obligados a amar a nuestro prójimo y a perdonar a nuestros enemigos.

Los musulmanes no son nuestros enemigos, y por ello debemos orar por ellos, para que reconozcan y acepten a Jesucristo y se salven de la mano de Dios, reciban la paz con Él y tengan la certeza de la vida eterna.
Basándonos en este Salmo, sabemos a dónde conduce todo en última instancia. De ello habla la sobresaliente conclusión de este cántico profético: “Sean afrentados y turbados para siempre; sean deshonrados, y perezcan. Y conozcan que tu nombre es Jehová; Tú solo Altísimo sobre toda la tierra“ (Sal 83:17-18).

¿Quién es el Altísimo sobre toda la Tierra? ¿No es el mismo que será llamado Rey de reyes y Señor de señores en su regreso en Apocalipsis 19:16? ¿Nuestro Señor Jesucristo? Arno Gaebelein dice al respecto: “Este es el nombre de Dios durante el Reino Milenial”.

El Salmo 83 señala el momento en que se cumplirá la promesa de Dios de Isaías 45:23 (LBLA): “…ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua jurará lealtad”. Y esto sucederá al regreso de Jesús con poder y gran gloria (Mateo 24:30).

Por eso pienso que todos los acontecimientos en la historia de Israel hasta hoy tienen un significado profético y señalan el cumplimiento final, todavía futuro, en la invasión de Gog y Magog y, finalmente, el ataque total a Israel durante el tiempo de la tribulación, que terminará con el regreso de Jesús.

¿Estás preparado?
De los 28 pueblos y kibutz que fueron atacados, hubo uno sin víctimas, y eso fue gracias a una mujer joven. Fue el pequeño kibutz Nir Am, fundado en 1943. Cada kibutz tiene un oficial de seguridad. En Nir Am, esta responsabilidad era de la joven Inbal Rabin Liebermann, de 26 años; había servido en el ejército como soldado de combate. Cuando la despertaron los cohetes el 7 de octubre, recibió inmediatamente un mensaje en su teléfono móvil diciéndole que estuviera quieta y aguardara. Pero las explosiones eran diferentes, no se fiaba de lo que decían los demás. In­me­diatamente reunió a su equipo de seguridad, repartió las armas pesadas y las distribuyó por todos los puntos estratégicos del kibutz. Luego corrió gritando de casa en casa y ordenó inmediatamente que todo el mundo se fuera a los refugios. Cuando los terroristas aparecieron en el cerco del kibutz un poco más tarde, los 25 atacantes fueron abatidos a tiros.

De ella debemos aprender que necesitamos reconocer las señales de los tiempos y estar en alerta. Jesús hizo hincapié en estos dos principios en relación con su regreso:

“Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad” (Marcos 13:32-37).

¿Estás preparado para encontrarte con el Señor? 

“Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Lucas 21:28).

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