Fuerza espiritual para cada día
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Santiago 1:17
¡El Dios eterno es inmutable! Eso lo enseñan las Escrituras claramente. Cuando leemos que Dios se arrepintió de algo, vemos que eso siempre ocurre en relación al pecado del hombre, pero nunca en relación a un hecho de Su parte. Por tanto, cuando dice: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.”, significa que Dios se entristeció. Y lo hizo por causa de las consecuencias del pecado, en el hombre que había creado en forma perfecta; eso le entristeció. Es evidente que Dios no podía arrepentirse de lo que había hecho. Dios no cambia Sus planes, pues Sus intenciones son perfectas y puras desde el comienzo hasta la eternidad. Tampoco podemos cambiar Sus planes y caminos por medio de nuestras oraciones, sino que sucede precisamente lo contrario: Somos transformados por medio de la oración intensa, en forma tal que, finalmente, Dios puede hacer aquello que siempre quiso hacer, a causa de Su naturaleza: Bendecir, salvar y liberar. El siempre es el que bendice. Mas el hombre jamás podrá cambiar a Dios.