Fuerza espiritual para cada día

“Por­que to­dos vos­otros sois hi­jos de luz e hi­jos del día; no so­mos de la no­che ni de las ti­nie­blas.” 1 Te­sa­lo­ni­cen­ses 5:5

Tan só­lo se­re­mos arre­ba­ta­dos an­tes del jui­cio si an­da­mos con Dios. An­dar con Dios es an­dar con­de­nan­do la vie­ja na­tu­ra­le­za. Por eso, co­mo hi­jos de Dios de­be­mos an­dar con El en la luz, pa­ra que se­a­mos arre­ba­ta­dos an­tes del jui­cio. La cruz ga­ran­ti­za la li­be­ra­ción an­tes del jui­cio. El Se­ñor Je­sús di­ce: “De cier­to, de cier­to os di­go: El que oye mi pa­la­bra, y cree al que me en­vió, tie­ne vi­da eter­na; y no ven­drá a con­de­na­ción, mas ha pa­sa­do de muer­te a vi­da.” Aho­ra, aquél que no quie­re ha­cer la per­fec­ta vo­lun­tad de Dios, aquél que no vie­ne a la luz, ya vi­no a jui­cio. Quien es hi­jo de la luz an­da en la luz con Dios. Pe­ro aquél que se apar­ta de la luz, se pri­va del arre­ba­ta­mien­to y en­tra en jui­cio. Por eso, te pre­gun­to: ¿Exis­ten aún al­gu­nas áre­as en tu vi­da que es­tán en ti­nie­blas? Si tú aún no acom­pa­ñas­te los pa­sos de Dios, ¿quie­res ve­nir a la luz aho­ra? ¿Quie­res co­men­zar, en es­te mo­men­to, un an­dar per­fec­to con El, pa­ra que - en un mo­men­to en que no sa­be­mos cuan­do se­rá - pue­das ser arre­ba­ta­do re­pen­ti­na­men­te a la pre­sen­cia de Dios?

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