Fuerza espiritual para cada día
“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” Zacarías 4:6
Toda la Biblia está repleta de testimonios de personas que se humillaron, que dejaron de lado su propia gloria y siguieron el camino de la renuncia. Si tú quieres continuar ardiendo en tu amor a Jesús, ¡entonces renuncia a tu gloria personal! “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.” El fuego del Espíritu Santo comienza a iluminar, a quemar y a dar calor en el momento en que un pecador se humilla como Jesús se humilló y se despojó de Sí mismo. Sansón, un personaje del Antiguo Testamento, es un ejemplo de eso. El se humilló delante de sus enemigos, y en Jueces 16:28 escuchamos irrumpir su grito que brotaba de un corazón arrepentido: “Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez.” Con esas escasas palabras, Sansón se humilla por su incapacidad, por su fracaso y por su pecado. Y he aquí que, cuando se humilla se le revela el Cordero que murió y que venció la muerte. La victoria del Señor, por medio de Sansón, se hizo más gloriosa cuando, en arrepentimiento, se despidió de su última gloria. Esta obediencia para despojarse de sí mismo, que se manifestó proféticamente en Sansón, hace arder el fuego del Espíritu Santo.