Fuerza espiritual para cada día

“En el mun­do ten­dréis aflic­ción; pe­ro con­fiad, yo he ven­ci­do al mun­do.” Juan 16:33

¿Có­mo pue­des ex­pe­ri­men­tar al Se­ñor Je­su­cris­to en tu ac­tual si­tua­ción, al que es ma­yor que to­dos tus te­mo­res, aflic­cio­nes y pro­ble­mas in­so­lu­bles? ¡Ha­blan­do con El so­be to­dos es­tos asun­tos! Sen­ti­rás que Je­sús es su­pe­rior a to­do, en la me­di­da en que le cuen­tes to­do a él. Yo tam­po­co pue­do re­sol­ver mis pro­ble­mas, pe­ro pue­do con­tár­se­los a El. En­ton­ces, si le di­go to­do, en la for­ma sen­ci­lla en la que un ni­ño cuen­ta sus co­sas, El to­ma mis pro­ble­mas y co­mien­za un pro­ce­so de cam­bio, dán­do­me Su ale­gría y Su paz.

¿Es­tás en pe­li­gro? En­ton­ces dí­se­lo a Je­sús. Pro­ce­de en la for­ma que pro­ce­die­ron los dis­cí­pu­los de otro­ra, cuan­do es­ta­ban con su bar­co en el mar, y el Se­ñor Je­sús se ha­bía dor­mi­do por el can­san­cio. De pron­to co­men­zó un tem­po­ral, las olas gol­pe­a­ban con­tra la em­bar­ca­ción. Los dis­cí­pu­los ya no po­dí­an do­mi­nar­lo y per­die­ron la es­pe­ran­za - en­ton­ces, se lo di­je­ron a Je­sús. Fue allí que El mos­tró que es más po­de­ro­so que la más ate­rra­do­ra tem­pes­tad. Je­sús “le­van­tán­do­se, re­pren­dió a los vien­tos y al mar.” Por eso, ha­bla con El so­bre to­dos los pe­li­gros que exis­ten en tu vi­da, y a tu al­re­de­dor. De esa for­ma, las olas que te gol­pe­an se cal­ma­rán y el hu­ra­cán que ru­ge den­tro tu­yo y a tu al­re­de­dor ce­sa­rá, que­dan­do to­do en com­ple­ta cal­ma.

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