Fuerza espiritual para cada día
“... el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Filipenses 1:6
Si durante el día hay furia y tempestad a nuestro alrededor, y el enemigo intenta derribarnos por todos los medios, entonces sabemos que estamos seguros y, a partir de esa seguridad, tenemos la capacidad de reaccionar. Este, precisamente, es nuestro combate de fe, que practiquemos lo que decimos creer. En compensación, sólo seremos capaces de eso si, por la mañana, tuvimos un encuentro con Jesucristo, el Vencedor. En otras palabras: Aquél que quiere ser victorioso en la vida diaria, debe tener un encuentro con el Vencedor. Es El quien da tanto el querer como el hacer; él puede lo que nosotros no podemos por nuestra fuerza. “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” ¿Y será que debemos desmayar cuando fallamos? No. Aquél que le confiesa al Señor sus fallas y su incapacidad, y se humilla, puede contar con el perdón otorgado por Su preciosa sangre. Pero resignarse es caer en la trampa del enemigo, al cual debemos resistir. Jesucristo es el Autor y Consumador de nuestra fe, y El ha de completar, también, la buena obra que comenzó en nosotros.