Fuerza espiritual para cada día
“Mas él callaba, y nada respondía.” Marcos 14:61
Mi vida ha recibido el profundo impacto del silencio de Jesús. Este silencio es parte de la victoria que conquistó. Las impertinentes provocaciones de sus enemigos: “Desciende de la cruz” se apagaron y enmudecieron porque él se calló. Su grito triunfal: “Consumado es.” resonó en forma mucho más poderosa en medio de su sereno silencio y, finalmente, hizo que el capitán dijese: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.” Mas él calló. ¡Qué poco tenemos de esta característica de Jesús! ¿Por qué defiendes tan ardorosamente tu causa? ¿Por qué vives defendiéndote? Piensa en lo que hizo tu salvador: “Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente.”
El Señor Jesús estaba decidido a seguir por el camino de la muerte para que nosotros pudiésemos vivir. Por eso, calló. Nosotros no podemos tomar otro camino que el que Jesús tomó y, éste, es el camino de la muerte. La carne procura sus derechos; el espíritu calla. Aquellos que son de Cristo logran permanecer callados incluso en medio de las peores injusticias. Pero aquellos que aman su propia carne se exaltan y hablan mucho. ¿Conoces tú el silencio delante de Dios? Hablar con Dios en oración es importante pero más importante, aún, es que Dios pueda hablarnos. ¿Escuchas tú al Señor? El nos exhorta: “Oídme atentamente.”