Fuerza espiritual para cada día
“Mejor es el fin del negocio que su principio.” Eclesiastés 7:8
¡Nos acercamos inexorablemente al final de nuestra lucha de fe! ¡Observa a Jesús! El fue el ser más despreciado, más lleno de dolores, sin duda supo lo que era sufrir. Fue despreciado a tal punto que las personas escondían su rostro delante de él. ¿Y a qué lo llevó ese camino? Ahora está sentado a la derecha de su Padre y todo le está sujeto. Al igual que El, nosotros también somos despreciados en este mundo. Así lo enseñan las Escrituras. Tú debes cargar la cruz si quieres recibir la corona. También, tendrás que pasar por la oscuridad para poder andar en las calles de oro. Aquel que le dice sí a Cristo, el crucificado, experimenta el final de su vieja vida y el surgimiento de una nueva vida, ya que si morimos con El, también viviremos con El. “Mejor es el fin del negocio que su principio.” Regocíjate por la gracia de haber recorrido ese camino pues, cuando quieras acordar, serás semejante a El. El diamante en bruto no tiene buena apariencia y parece sin valor, pero al ser pulido por las manos del joyero, pierde su insignificancia y comienza a refulgir como una preciosa joya. Tú puedes compararte a un precioso diamante ya que, si eres un miembro del cuerpo de Cristo, serás incrustado en la corona del Rey de Reyes.