Fuerza espiritual para cada día
“Porque somos miembros de su cuerpo.” Efesios 5:30
Los deseos más profundos de nuestra alma, sean buenos o malos, trabajan en nuestro interior durante el sueño. Adán, el primer ser humano, tuvo un gran problema. Como hombre, se sentía solo. ¿Qué hizo Dios entonces? “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.” Con eso quedó resuelto el problema de la soledad de Adán. A propósito, esa es también una maravillosa indicación profética del “último Adán”, Jesucristo. En la cruz del calvario, él se entregó al sueño de la muerte. Uno de los soldados le abrió el costado, “y al instante salió sangre y agua.” De allí surgió la novia del Cordero. Está escrito: “Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre.” El agua indica el “lavamiento del agua por la palabra”, o sea el “lavamiento de la regeneración”. Y de la sangre de Jesucristo - su vida derramada - surgió la novia del Cordero. ¿Formas tú, ya, parte de la novia del Cordero?