Fuerza espiritual para cada día
“Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.” Hebreos 2:17
Si sigues a Jesús, entonces tendrás el deseo de transmitirle a otros el mensaje de salvación. Pero, muchas veces, tu esfuerzo por ganar a otros para Jesús se encuentra con corazones duros y recibe un áspero rechazo. ¿Por qué? Porque no sigues los pasos de Jesús, con la intensidad necesaria, como para identificarte con los pecadores. Debemos descender hasta donde ellos se encuentran, así como el Señor Jesús descendió hasta nosotros. El pecado que está en nosotros corta nuestra comunicación con el Señor, provocando nuestra incapacidad e insuficiencia para lidiar con los perdidos que están a nuestro alrededor. Solamente cuando nos hagamos uno con la persona del Señor Jesús, cuando nos identifiquemos plenamente con él, es que tendremos la capacidad de identificarnos verdaderamente con los perdidos. Esa profunda unión con Jesús va produciendo en nosotros una vocación sacerdotal cada vez mayor. Es de esa manera que nos ponemos en la brecha, en favor de las pobres personas que van rumbo a la perdición, y lloramos delante del Señor intercediendo por ellas. ¡Qué maravilla cuando no existe nada más entre ti y tu Señor que impida una unión perfecta y profunda con él! Estando unido al Señor obtienes un gran corazón, lleno de misericordia para con los perdidos. Tu prójimo y las personas que el Señor ponga en tu camino, serán alcanzados profundamente por tu verdadero amor al Señor.