Fuerza espiritual para cada día
“... al que a mí viene, no le echo fuera.” Juan 6:37
Fue el Señor Jesús quien pronunció estas poderosas palabras, válidas para siempre. Ellas se encuentran incluídas en su gran sermón, en el cual explica quién es él: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Luego, en el próximo versículo, el Señor lamenta que las personas no quieran creer en él. Y, al final de su sermón, se refiere a su Padre y hace esta grandiosa promesa: “... al que a mí viene, no le echo fuera.” La validez de esta promesa no tiene ningún límite establecido, ya que él no dijo algo así como: ‘No echaré fuera a un pecador que venga a mí por primera vez”. No impone condiciones, sino que dice: “al que a mí viene, no le echo fuera.” Con esto, el Señor quiere decir que no rechazará, en absoluto, a nadie que venga a su presencia, ya sea que venga por primera vez o que esté volviendo a él una vez más. Si el creyente, después de haber venido a Jesús, peca moralmente, ¿qué es lo que sucede? La promesa de Jesús de que no nos dejará está resguardada por todos lados, ya que el mismo Juan escribe en su primera carta: “Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”