Fuerza espiritual para cada día
“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.” Colosenses 2:6-7
Cuando crece la esperanza en nosotros, hay otra cosa que también crece: El amor de Dios. Muchas veces, ese amor es algo raro de encontrar en nuestras vidas. Sin embargo, en la medida en la que nos aproximamos más y más al Señor, esa característica tan deseable aumenta en nuestro interior. El amor de Jesús en tu vida es la señal más característica y evidente de que te estás acercando más y más a El, y de que la verdadera naturaleza del Señor se está formando en tu vida. El amor de Dios en el corazón de un creyente no espera nada del prójimo, sino que continuamente da, y se entrega, así como el Señor Jesús también se entregó a Sí mismo por puro amor. ¿Cuál fue la oración de Pablo cuando se encontraba en una detestable cárcel romana? ¿Oró para ser liberado pronto de la prisión? ¡No! El oró por los demás:“Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento.” Esa era su principal preocupación, de la cual hablaba en muchas ocasiones. Aquí tenemos un punto de importancia crucial, ya que en la actualidad el amor no aumenta, sino que por el contrario disminuye progresivamente. Mas, el mismo Pablo nos exhorta: “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.”