Fuerza espiritual para cada día
“Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.” Efesios 6:16-17
Para Pablo, seguramente fue una tremenda alegría el escribirle a los tesalonicenses, ya que les dijo “...vuestra fe va creciendo” ¿Cómo lograban los tesalonicenses que su fe creciera de esa manera? ¡Estando cerca del Señor en forma continua! Cuanto más cerca de él estemos interiormente, más crecerá nuestra fe. Naturalmente, la subida cuesta y las dificultades aumentan, sin embargo, al perder toda la firmeza y la seguridad a la que estábamos acostumbrados, vemos que crece nuestra seguridad en El. Abraham se fortaleció en la fe y así honró a Dios. El tenía plena confianza en que Dios cumpliría todo lo que prometía.
También podríamos pensar en David, el cual experimentó terribles desilusiones y persecuciones, pero fue precisamente eso lo que le dio autoridad para decir:“Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía...”
O preguntémonos de dónde obtenía Elías su poder. Unica y exclusivamente de su posición en relación al Señor, porque él testificaba: “... han matado a tus profetas; y sólo yo he quedado” ¡El había perdido toda fuente de ayuda a nivel terrenal y, precisamente por eso, se arraigaba en el Señor de una manera mucho más profunda!