Fuerza espiritual para cada día

“He aquí, os di­go un mis­te­rio: No to­dos dor­mi­re­mos; pe­ro to­dos se­re­mos trans­for­ma­dos, en un mo­men­to, en un abrir y ce­rrar de ojos, a la fi­nal trom­pe­ta.” 1 Corintios 15:51-52

¿Por qué la Bi­blia di­ce re­la­ti­va­men­te po­co so­bre el arre­ba­ta­mien­to? Por el mis­mo - co­mo Pa­blo ex­pre­sa aquí - es un mis­te­rio. ¿Mas en qué con­sis­te es­te mis­te­rio del arre­ba­ta­mien­to pa­ra nos­otros, que so­mos hi­jos de Dios? El mis­mo Se­ñor Je­sús nos lo re­ve­la cuan­do ha­bla del día en que ire­mos a Su en­cuen­tro: “Tam­bién vos­otros aho­ra te­néis tris­te­za; pe­ro os vol­ve­ré a ver, y se go­za­rá vues­tro co­ra­zón, y na­die os qui­ta­rá vues­tro go­zo. En aquel día no me pre­gun­ta­réis na­da.” Por lo tan­to, el Se­ñor di­ce que, en el mo­men­to en que Le ve­a­mos, to­dos los mis­te­rios se­rán re­suel­tos y to­das nues­tras pre­gun­tas se­rán res­pon­di­das. Tam­bién nos lla­ma la aten­ción que el Se­ñor no só­lo di­ce que nos quie­re ver si­no que nos quie­re ver otra vez. ¿Pe­ro có­mo es eso de que le ve­re­mos de nue­vo el día del arre­ba­ta­mien­to? Sí, pues aho­ra le ve­mos y re­co­no­ce­mos en la Pa­la­bra de Dios. Pe­ro cuan­do ven­ga en las nu­bes del cie­lo, le ve­re­mos co­mo El es. Con to­do, es­to es un gran mis­te­rio.

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