Fuerza espiritual para cada día

“An­tes bien, co­mo es­tá es­cri­to: Co­sas que ojo no vio, ni oí­do oyó, ni han su­bi­do en co­ra­zón de hom­bre, son las que Dios ha pre­pa­ra­do pa­ra los que le aman.” 1 Co­rin­tios 2:9

¿Qué nos trae­rá el pri­mer día en la eter­ni­dad? Si qui­sié­ra­mos ana­li­zar jun­tos es­te pun­to, sé que só­lo po­drí­a­mos mo­ver­nos en la pe­ri­fe­ria del mis­mo. Pe­ro la Bi­blia nos di­ce al­go bien con­cre­to, o sea: “... le ve­re­mos tal co­mo él es.” Pe­se a que sen­ti­mos la pre­sen­cia del Se­ñor en es­te mun­do, y pe­se a que ex­pe­ri­men­ta­mos Su ayu­da y com­pro­ba­mos que El es bue­no y amo­ro­so, nun­ca le vi­mos co­mo El es. ¡Ver­lo se­rá una glo­ria in­e­fa­ble! No cre­as que Je­sús es co­mo tú lo ex­pe­ri­men­tas­te, pues él es in­fi­ni­ta­men­te más glo­rio­so, ma­yor y más ex­cel­so. Nues­tra lu­cha más gran­de en es­ta épo­ca es po­der en­trar - por la fe - en ese des­can­so glo­rio­so. No nos ol­vi­de­mos que el pri­mer día del hom­bre, aquí en la Tie­rra, fue un día de des­can­so. Des­pués vi­no la per­tur­ba­ción del pe­ca­do, y he aquí que Dios creó un nue­vo des­can­so por me­dio de Je­su­cris­to. ¡El pri­mer día en la eter­ni­dad se­rá un des­can­so glo­rio­so por me­dio de Je­su­cris­to, pa­ra to­dos aque­llos que fue­ron sal­vos por me­dio de Su obra con­su­ma­da en la cruz del Cal­va­rio!

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