Fuerza espiritual para cada día
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” Filipenses 4:4
El Señor Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo.” La luz se ve. No habla, pero ilumina. Así, también, la verdadera y genuina alegría es contagiosa. Otro pasaje dice: “... para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu.” El mundo que nos rodea percibe el poder divino en nuestras vidas. Las personas que viven en una gran debilidad espiritual son dominadas por un tremendo deseo de poseer este poder. ¿Brilla el poder de Dios a través de tu debilidad, o será que tú tienes que compensar tu falta de poder por medio de muchas palabras? El Señor Jesús dice que nos quiere dar reposo: “... aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.” ¡Para que eso suceda tenemos que ir a Jesús! Qué maravilloso es cuando un hijo de Dios irradia esa soberana tranquilidad, en medio del alboroto del diario vivir. Eso toca el corazón de quienes están convulsionados hoy en día, de manera que comienzan a desear esa paz interior que poseen los hijos de Dios. Eso les lleva a anhelar a Jesús y comienzan a implorar: ‘En la tribulación, Jesús, se Tú mi profunda paz”.