Fuerza espiritual para cada día
“Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.” Marcos 10:49
También en nuestros días existen incontables “ciegos” que oyen la voz de Jesús pero no pueden verlo. Las personas depresivas forman parte de ese grupo. Tal vez tú tampoco logres ver a Jesús y tu visión esté oscurecida debido a que en tu vida tan sólo hay tinieblas. Las palabras de la Biblia ya no tocan tu corazón como solían hacerlo. Tu corazón está tan pesado que ya ni siquiera consigues orar correctamente. Oye, entonces, pues te tengo un mensaje consolador: en este exacto momento Jesús de Nazaret pasa a tu lado. Aprovecha ahora esta oportunidad tan especial. ¡Invócalo, como hizo el ciego! Si no puedes orar en voz alta, entonces clama e él en tu corazón: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!” El te escuchará aunque te encuentres en el medio de una multitud de personas. El ciego Bartimeo no se dejó influenciar por la multitud y Jesús se detuvo por causa de él. Así también, Jesús se detendrá por tu causa si tú clamas a él. ¿El Señor Jesús curó al ciego inmediatamente? No. Primero Bartimeo tuvo que llegar muy cerca de Jesús. ¿Fue entonces que le abrió los ojos? Aún no, ya que Jesús exigió primero una confesión de fe por parte del ciego. Bartimeo comprendió eso y pidió: “Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado.” ¡También de parte tuya el Señor quiere oír, en forma concreta, lo que tú esperas de él!