Fuerza espiritual para cada día
“Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús.” Romanos 15:5
Cuando nos revestimos de la paciencia del Señor, la Palabra de Dios nos ministra la consolación de las Escrituras para que, a través de ella, tengamos una esperanza viva. Si permitimos que la Palabra de Dios opere de esa forma en nosotros, entonces experimentaremos - como un milagro de gracia - al Señor mismo dándonos una verdadera unión de los unos con los otros. Cuando leemos el versículo de arriba con atención, notamos que es Dios quien nos da esta “eterna consolación.” Es conmovedor ver cómo el Señor Jesús le asegura a sus discípulos, antes de su partida, que su Padre les daría “otro Consolador”, cuando él ya no estuviese presente para consolar. Este “otro Consolador” es el Espíritu Santo. En conexión con esta maravillosa promesa, Jesús señala indirectamente, en forma inversa, hacia el tiempo en el que El vendrá a arrebatarnos. Mientras el “otro Consolador”, el Espíritu Santo, esté aún sobre la Tierra, el Señor no ha de volver. Pero tan pronto como este Consolador suba al cielo con la Iglesia, el Señor Jesús vendrá a nuestro encuentro en el aire.