Fuerza espiritual para cada día

“Y di­jo: No te acer­ques; qui­ta tu cal­za­do de tus pies, por­que el lu­gar en que tú es­tás, tie­rra san­ta es.” Exodo 3:5

¿Qué es lo que Dios le re­ve­ló a su sier­vo Moi­sés?

- Su san­ti­dad. Es­ta es siem­pre la pri­mer co­sa que el Se­ñor le re­ve­la a sus hi­jos: ¡El los con­fron­ta con Su san­ti­dad! So­mos obli­ga­dos a qui­tar­nos nues­tro cal­za­do en la pre­sen­cia del Se­ñor, y eso sig­ni­fi­ca des­po­jar­nos de to­das las co­sas de es­te mun­do.

- Su fi­de­li­dad: “Yo soy el Dios de tu pa­dre, Dios de Abra­ham, Dios de Isaac, y Dios de Ja­cob.” En otras pa­la­bras: Soy el ser eter­na­men­te fiel, quien sos­tu­vo y sus­ten­tó a tu pa­dre y que quie­re sos­te­ner­te a ti tam­bién. ¡Yo lo soy! El Se­ñor qui­tó la con­fian­za y la fe que Moi­sés te­nía en sí mis­mo y, a tra­vés de la re­ve­la­ción de su fi­de­li­dad, le lle­nó con la fe y la con­fian­za en Dios.
¿Có­mo re­ac­cio­nó Moi­sés a la re­ve­la­ción del Se­ñor?

“En­ton­ces Moi­sés cu­brió su ros­tro, por­que tu­vo mie­do de mi­rar a Dios.” ¡Esa fue la vic­to­ria! El Se­ñor ha­bía an­he­la­do una re­ac­ción así. Só­lo aho­ra Moi­sés es­ta­ba ap­to pa­ra ser lla­ma­do y usa­do por el Se­ñor. En otras pa­la­bras, so­la­men­te cuan­do so­mos so­bre­co­gi­dos por el te­mor al Se­ñor, a tra­vés de un en­cuen­tro re­al con El, es que se­re­mos ca­pa­ces de ser úti­les y fruc­tí­fe­ros en el mi­nis­te­rio que El nos con­fió.

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