Fuerza espiritual para cada día
Es que el hombre se va a su morada eterna.” Eclesiastés 12:5
Todos nosotros vamos al encuentro de una meta: Al Señor mismo. ¿Qué significa, en realidad, este ir-al-encuentro-del-Señor? Significa progresiva santificación, y esto no quiere decir otra cosa que estar orientado, cada vez más concreta y exclusivamente, hacia la persona de Jesucristo. Pablo es para nosotros un ejemplo brillante, porque el perseguía esta meta. Pero, al mismo tiempo, era tan unido a Jesús, que ambos eran prácticamente inseparables. Por lo tanto, estaba en condiciones de exclamar: “Porque para mí el vivir es Cristo.” Y en otro lugar, testifica: “Con Cristo estoy juntamente crucificado.” En esto consistía su extraordinario poder. El realmente era una unidad con Cristo, del cual iba al encuentro. La santificación progresiva nunca se podrá separar del ir-al-encuentro-del-Señor. La trágica tensión en la cual muchos creyentes viven consiste, justamente, en que quieren separar estos dos hechos inseparables. El que hace esto, sucumbe en un terrible engaño propio. Porque con el correr del tiempo, quieras o no, vas al encuentro del Señor, pues estás cada vez más próximo a la muerte pero, entonces, interiormente te quedas atrás. ¡Examínate, a ver hasta que punto intentas separar o consigues unir las dos cosas: lo exterior, el llegar más cerca del fin de la vida, de lo interior, el llegar, al mismo tiempo, más cerca de Jesús cada día que pasa!