Fuerza espiritual para cada día
“Haya en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús.” Filipenses 2:5
El servicio a Dios, el dominio de Jesucristo en nuestra vida, guarda en sí el elemento de la plenitud del Espíritu Santo. En Hebreos 9, leemos que el Señor Jesucristo se sacrificó a Dios, a través del Espíritu eterno, y no por medio de algo como un sentimentalismo emocional. Por eso, Pablo también dice tan claramente: “Porque nosotros somos la circuncisión: los que servimos a Dios en espíritu.” ¡Cuán pocos creyentes han aprendido a servir a Dios en Espíritu! La mayoría aún son sentimentales. Los hijos de Dios sentimentales nunca podrán ser ni permanecer íntegros interiormente.
Otro elemento del dominio de Cristo en tu vida es una profunda tranquilidad interior. Sólo el que sirve al Dios vivo ha entrado al descanso interior, ya que Jesucristo reina en El. Es la paz del Señor que dice: “Venid a mí...yo os haré descansar.” Esta era la tranquilidad experimentada por alguien como Pablo, en medio de una tremenda tempestad, cuando en el barco en el cual se encontraba, a punto de naufragar, atestiguó: “Porque esta noche estuvo conmigo un ángel del Dios, de quien soy y a quien sirvo.” Servirle a El significa: ser semejante a El en nuestro modo de pensar. Tal persona es honrada por el Padre en la misma medida en que lo fue el Señor Jesús. Esto El lo prometió: “Si alguno me sirve, el Padre le honrará.”