Fuerza espiritual para cada día

“Con Cris­to es­toy jun­ta­men­te cru­ci­fi­ca­do, y ya no vi­vo yo, mas vi­ve Cris­to en mí.” Gá­la­tas 2:20

Tu vi­da de fe, ¿no tu­vo po­der has­ta hoy? ¿No tu­vo efi­ca­cia? Tú lo afir­mas. La ra­zón pa­ra ello es el man­te­ni­mien­to del yo en pri­mer lu­gar. ¡En­tre­ga, aho­ra mis­mo, tu yo or­gu­llo­so, men­ti­ro­so, y ego­cén­tri­co en la muer­te de Je­sús! Tú tie­nes el de­re­cho de con­si­de­rar­te cru­ci­fi­ca­do jun­ta­men­te con Cris­to. Pue­des te­ner la ab­so­lu­ta se­gu­ri­dad de es­to tal co­mo, tam­bién, es un he­cho his­tó­ri­co que Je­sús mu­rió en la cruz. En es­ta po­si­ción de fe, te pro­ba­rá el Se­ñor. En tu día a día las per­so­nas a tu al­re­de­dor te pro­vo­ca­rán, te des­a­fia­rán, ape­la­rán a tu or­gu­llo y a tu am­bi­ción, te in­ju­ria­rán, te des­pre­cia­rán, te ig­no­ra­rán y en­ga­ña­rán. Pe­ro to­dos ellos son ins­tru­men­tos en la ma­no de Dios pa­ra pro­bar si, re­al­men­te, es­tás cru­ci­fi­ca­do jun­ta­men­te con Cris­to. Así se ha­rá ma­ni­fies­to si re­ac­cio­nas co­mo Je­sús, El que, cuan­do fue pro­vo­ca­do a ba­jar­se de la cruz, ca­lló y per­ma­ne­ció en la cruz. ¡Es­te es el se­cre­to! En­ton­ces tu fa­mi­lia se trans­for­ma­rá, to­do tu en­tor­no, por­que tu mis­mo has si­do trans­for­ma­do, por­que tu cris­tia­nis­mo ya no ca­re­ce de sa­via y de fuer­za, por­que ya no es una la­men­ta­ble te­o­ría, si­no una vi­va re­a­li­dad. Por­que la ne­ga­ción del yo sig­ni­fi­ca la afir­ma­ción de Je­sús. En­ton­ces en­con­tra­rás la ver­da­de­ra vi­da, por­que has odia­do y en­tre­ga­do tu pro­pia vi­da a Je­sús.

ContáctenosQuienes somosPrivacidad y seguridad