Fuerza espiritual para cada día
“Escucha, oh pueblo mío, y testificaré contra ti. ¡Oh Israel, si me oyeras...!” Salmo 81:8
La doble exhortación de Dios - en aquel entonces a Israel y hoy a nosotros - es, en primer lugar: “¡Escucha!” ¿Por qué lo dice el Señor dos veces? Los padres tienen la experiencia de que a los hijos, a cierta edad, les cuesta escucharlos, porque, de antemano, piensan que saben todo mejor. De alguna manera, ocurre lo mismo a un nivel más alto, en la relación del hijo de Dios con su Padre celestial. Cuando el Señor dice dos veces: “Escucha, oh pueblo mío...si me oyeras”, todavía no está hablando de obediencia, sino solamente de escuchar. ¡Si aprendiéramos a escuchar mejor, la plenitud de Dios podría manifestarse mucho más en nosotros! La quietud interior y el escuchar son indeciblemente importantes. Entonces experimentamos lo que no podemos lograr ni por nuestro trabajo, ni por nuestros esfuerzos, ni por nuestras actividades. En Isaías 55:2-3 leemos: “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma.” ¡Si el Señor lo subraya de esta manera, el escuchar debe ser de inmensa importancia! ¿Cuánto tiempo ya Le has escuchado hoy?