Fuerza espiritual para cada día
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo.” 1 Tesalonicenses 5:23
La santificación del hijo de Dios es tan importante que el mismo Dios, Uno y Trino, se esfuerza por ello. Respecto a Dios el Padre, leemos en 1 Tesalonicenses 4:3: “Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación.” El que rechaza la santificación, se rebela, pues, contra la voluntad de Dios y entra en una crisis. Pero la santificación es también el constreñimiento del Espíritu Santo, pues Romanos 1:4 dice: “...según el Espíritu de santidad.” El que, pues, dice no a la santificación, entra en una crisis de santificación. Y el Hijo, Jesucristo, abrió para nosotros el camino de la santificación, cuando dijo en Su oración sumosacerdotal: “Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.” ¡Cuán importante y decisiva debe ser, por lo tanto, la santificación para un hijo de Dios, si Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo trabajan en ella! Es lo que Pedro quería decir cuando escribió: “...elegidos conforme al previo conocimiento de Dios Padre por la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre: Gracia y paz os sean multiplicadas.”