Fuerza espiritual para cada día
“Pero vosotros, oh amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe y orando en el Espíritu Santo.” Judas 1:20
La oración en el Espíritu Santo es un misterio. Esta oración tiene la garantía de ser escuchada, ya que no tiene su origen en nuestro corazón, sino en el corazón de Dios. Si comenzamos a meditar esto, ya no nos atreveremos a ser negligentes en la intercesión y adoración. Esto ya lo comprendió Samuel, el anciano siervo de Dios, cuando dijo al pueblo de Israel, hacia el final de su servicio: “¡Lejos esté de mí pecar contra Jehovah dejando de rogar por vosotros!” La oración en el Espíritu Santo es algo tan grande y sublime, que el apóstol Pablo lo describe con las siguientes palabras: “Cómo debiéramos orar, no lo sabemos; pero el Espíritu mismo intercede con gemidos indecibles.” Si es verdaderamente así que, en la oración en el Espíritu Santo, no oramos nosotros, sino que es el Espíritu de Dios el que ora a través de nosotros, entonces comprendemos que la verdadera oración proviene de Dios y, por Su espíritu, viene a la persona que ora, va de ella al objeto de oración y vuelve a Dios. ¡Qué maravillosa circulación?