Fuerza espiritual para cada día

“Pe­ro los que es­pe­ran en Je­ho­vah re­no­va­rán sus fuer­zas; le­van­ta­rán las alas co­mo águi­las. Co­rre­rán y no se can­sa­rán; ca­mi­na­rán y no se fa­ti­ga­rán.” Isa­í­as 40:31

Mu­chos sus­pi­ran pen­san­do: “¡Cuán can­sa­do y aba­ti­do ten­go que co­men­zar es­te nue­vo año!” En efec­to, hay mu­chas per­so­nas can­sa­das. Pe­ro en la me­di­da en que Cris­to sea tu úni­ca y pri­me­ra me­ta en la vi­da, te can­sa­rás y te fa­ti­ga­rás me­nos en tu es­pí­ri­tu. ¿Qué es lo que nos da un po­de­ro­so alien­to pa­ra an­dar re­suel­ta­men­te por el ca­mi­no? ¡La me­ta! El que no tie­ne una me­ta eter­na, pron­to se fa­ti­ga de la vi­da. ¿Cuál es la su­pre­ma me­ta de tu vi­da? ¿Los ne­go­cios? ¿El di­ne­ro? ¿La fa­mi­lia? ¿El éxi­to? ¿Y, des­pués, Cris­to? ¡No es de asom­brar en­ton­ces que ne­ce­si­tes, una y otra vez, re­po­so! Tu vo­lun­tad es­tá di­vi­di­da por­que es­tá di­ri­gi­da ha­cia mu­chas co­sas se­cun­da­rias. Eres arras­tra­do de un la­do a otro por lo pa­sa­je­ro. Por eso ya no pue­des fi­jar tu mi­ra­da cla­ra­men­te en lo su­pre­mo, en lo me­jor, en lo eter­no. ¿Qué hay que ha­cer? La res­pues­ta es: ¡Cam­biar de di­rec­ción la mi­ra­da! ¡Haz­lo aho­ra mis­mo! Que el le­ma de tu vi­da sea: “Por­que pa­ra mí el vi­vir es Cris­to, y el mo­rir es ga­nan­cia.” En­ton­ces tu co­ra­zón se lle­na­rá de ale­gría, y re­ci­bi­rás con­ti­nua­men­te nue­vas fuer­zas des­de el San­tua­rio. Así di­ce el Se­ñor: “Mi­rad a mí, y sed sal­vos, to­dos los tér­mi­nos de la tie­rra, por­que yo soy Dios, y no hay más.”

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