Fuerza espiritual para cada día
“En verdad que me he comportado y he acallado mi alma. Como un niño destetado de su madre.” Salmo 131:2
En el Señor puedes encontrar todo lo que precisas. El es el perfecto amor. El te ama más de lo que podría amarte tu padre y tu madre juntos. David sabía lo que decía cuando escribió, inspirado por el Espíritu Santo: “En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación.” ¿Te das cuenta ahora, por qué el espíritu de agitación te agota tanto interiormente, más que nada antes de las fiestas de fin de año? Tú dices creer en Jesús, pero pese a eso andas corriendo por la vida como si fueses un animal acorralado. Cuando en pocos días cantes “Noche de paz,” no dejes de hacerlo hasta que tu interior esté en paz también. No continúes refugiándote en el trabajo y en las actividades, mas permite que se pueda revelar, en la Santa presencia de Dios, la razón por la que tú no logras calmarte. ¿Puede ser que esta razón sea el pecado? ¿No fue eso precisamente lo que hizo que Jesús naciese en Belén y después fuese al Calvario? ¿Será que El hizo todo eso por ti en vano? Jesús acarició a los niños. Hazte un niño. Refúgiate en Dios por medio de Jesucristo, y serás renovado, renovado en la quietud de Su presencia. Esas palabras son especialmente para los hijos de Dios, para los que nacieron de nuevo por medio de la fe pero que, pese a eso, necesitan una continua renovación por la obediencia al Señor.