Fuerza espiritual para cada día
“Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.” Gálatas 5:6
En un primer momento debemos reconocer que la prueba de nuestra fe es de suma importancia, ya que Dios mismo prueba nuestro corazón. David dice al final de su vida: “Yo sé, Dios mío, que tu escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada.” Y en lo que respecta al futuro, todavía está por venir la gran prueba, en la cual habremos de comparecer delante de Su rostro. Si tú haces, hoy, un verdadero examen de tu fe y, con sinceridad y asombro, notas que te falta todo, que te falta poder, victoria, alegría, frutos espirituales y que, forzosamente, llegas a la conclusión que tu fe no tiene resultados, que no es una fe activa, entonces permíteme decirte, basado en la Palabra de Dios, que el motor de tu fe ni siquiera existe. ¿Qué motor? ¡El amor! “Todas vuestras cosas sean hechas con amor.” Sólo una fe así tiene valor delante de Dios. Cuando Pablo hizo la advertencia de que todo nuestro obrar debe ser impulsado por el amor, sabía que una fe grande sólo puede ser activa y fructífera cuando nuestro primer amor hacia Jesucristo nos lleva a hacer las cosas. Tu fe es activa por medio del amor a Jesucristo, ¿o es que tú tienes una fe muerta?