Fuerza espiritual para cada día
“Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.” Romanos 6:10-11
La sexta consecuencia de la muerte de Jesús se relaciona con nuestra naturaleza pecadora. Gemimos a causa de nuestra naturaleza porque, a la luz de la majestad y de la santidad de Dios, notamos que somos corruptos por naturaleza. Andamos encorvados debajo de ese fardo hasta que se nos revela el misterio de la muerte de Jesús y su efecto sobre nuestra naturaleza, sobre nuestro ser. La consecuencia de la muerte de Jesús sobre nosotros es descrita, cristalinamente, en el versículo del comienzo. Eso significa, en forma sumamente práctica, que cuando tú sientes tu naturaleza pecaminosa, cuando te das cuenta de las malas inclinaciones y tendencias que tienes, entonces, por la fe, debes posesionarte del fundamento de la cruz de Jesús. El murió y yo morí con él - ese es el hecho, la realidad, ya sea que lo sientas o no. Si asumes esa posición, entonces, de acuerdo a Romanos 6:7, has “ sido justificado del pecado”, pues aquel que murió ya está justificado del pecado inherente a su naturaleza pecaminosa . Dios ya no ve tu maldad una vez que hayas muerto con Cristo, quien llevó consigo tu naturaleza pecaminosa.