No tengo certeza de la salvación
Pregunta: Ya soy una anciana y tengo un pie en el sepulcro. He pasado la mitad de mi vida bajo la Palabra de Dios, ¡y a pesar de esto no tengo certeza de salvación ! Esto me oprime mucho, y soy muy infeliz. Debe haber un anatema sobre mi vida. En mis años jóvenes, por despreocupación, solicité una vez que adivinaran qué me iba a pasar. Hoy sufro por causa de esto. Lo siento mucho, pero realmente mucho. Quisiera poder comenzar la vida de nuevo, pero esto es imposible.
Respuesta: Usted escribe que no tiene certeza de su salvación. ¿De dónde viene esto? Esto es así porque usted no toma al Señor por la Palabra, por la fe, a pesar de que Él le dice también a usted muy personalmente: “…si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apoc. 3:20). Diga infantilmente en este momento: “Señor Jesús, te abro ahora la puerta de mi corazón. Por favor, entra”. Y si hay todavía algún pecado de abominación sobre usted, como aquella adivinación, humíllese por esto en arrepentimiento auténtico, y tome posesión de la preciosa sangre del Cordero, diciendo: “Con base en la sangre derramada de Jesús me separo ahora, en el nombre de Jesús, de toda clase de espíritu de adivinación”.
Hasta qué punto ha estado el enemigo susurrándole pensamientos equivocados, se destaca también por la frase siguiente de su larga carta: “Yo sé bien que uno debe arrepentirse, pero el Espíritu Santo debe causarlo. Lo siento mucho”. Querida hermana, ya es arrepentimiento cuando realmente le duelen los pecados cometidos. ¡Es el Espíritu Santo el que lo ha causado en su corazón! Ahora dé otro paso más y no siga pidiendo perdón por sus pecados sino agradezca por la fe por este perdón, porque así lo dice Miqueas 7:18: “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia”.
Además, la certeza de salvación no se basa en nuestros sentimientos. Los sentimientos dependen mucho de las circunstancias. ¡No! La certeza de su salvación debe afirmarse en la Palabra infalible de Dios. “Aunque mis sentimientos me digan “no” mil veces, Su Palabra me será más segura”.
Wim Malgo