Miedo a la tercera guerra Mundial
Pregunta: Al leer acerca de una tercera guerra mundial inminente, siento miedo y temor. Ya dos veces tuve que refugiarme, pero ahora ya no lograría sobrevivir esto por causa de mi edad y con las pocas fuerzas que tengo.
Respuesta: Si usted es un hijo de Dios, su miedo carece completamente de motivo. Deje que se lo diga muy concretamente: el Señor ha dado a Sus hijos una maravillosa capacidad para tiempos de tribulación y de amenaza, es la de hacerse “invisible” para el enemigo. David lo expresa en las palabras siguientes: “Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto” (Salmos 27:5). O: “…en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos” (Salmos 57:1b). Además también el Apocalipsis habla de un modo maravilloso del hecho que el Señor retendrá los juicios hasta que también los últimos de los siervos y siervas suyos hayan sido sellados. Esto significa: hasta que los elegidos hayan recibido a Jesús y hayan sido sellados mediante el Espíritu Santo. Esto confirma también la experiencia de incontables hijos de Dios de todos los siglos que el Señor guardó bajo Su protección de manera maravillosa. Un ejemplo: cuando las fuerzas aliadas se iban acercando en el año 1945, comenzó el bombardeo de una ciudad francesa. Pero en algún lugar en esa ciudad se habían reunido hijos de Dios que invocaron al Señor, rogándole que Él guardara a la ciudad del juicio. Lo hicieron con humildad y arrepentimiento, y el milagro sucedió. ¡Ningún tiro dio de lleno en el blanco, a pesar de que tiraron contra esa ciudad! El general del ejército norteamericano testificó, entonces, en esa ciudad que estaba sin daño, que él no había experimentado nunca antes una cosa así en la guerra. Por eso, no le causamos gozo al Señor si nosotros ya tememos solo ante eventualidades, porque estamos en Su mano fuerte de la cual nadie puede sacarnos “Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra (Is. 51:12-13).
Wim Malgo