El temor de Dios

Pregunta: ¿Qué es en el fondo el temor de Dios?

Respuesta: Solo quienes aman al Señor con todo su corazón saben qué es el temor de Dios. De este amor a Él que lo domina todo, nace el temor verdadero de Dios: el temor ante Su santidad, el temor de contristarle, el temor de desviarse de Sus caminos. Es exactamente este temor del Señor que hoy día falta en la Iglesia de Jesús. ¿Por qué? Porque muchos cristianos se aman a sí mismos en vez de amarle solamente a Él, al Señor. Pero donde las iglesias son tomadas por el temor de Dios, allí ya hay avivamiento. El temor del Señor tiene las más grandes promesas: “El temor de Jehová será su tesoro” (Is. 33:6). Aquí se le abre a uno la plenitud de Dios. “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Prov. 1:7) Esto, pues, quiere decir que, junto con el temor de Dios recibo también la sabiduría de parte de Dios. “El temor de Jehová es aborrecer el mal” (Prov. 8:13). “El temor de Jehová aumentará los días” (Prov. 10:27). “El temor de Jehová es manantial de vida” (Prov. 14:27, cfr. también Prov. 15:16.33; 16:6; 19:23; etc. Dicho muy concretamente: temer al Señor significa estar siempre consciente de Su presencia; ser lleno de Su soberana persona. Oswald Chambers dice, entre otras cosas, en cuanto a este tema:

“¿Quién es el hombre que teme a Jehová?” (Salmos 25:12). ¿De qué eres lleno? Dirás: “De nada. Pero a todos nosotros nos llena alguna cosa. Generalmente somos llenos de nosotros mismos, o–si somos creyentes–de nuestra “experiencia cristiana”. Pero el salmista dice que debemos ser llenos de Dios. Dios debe llenar toda nuestra conciencia, no nuestra meditación sobre Él, sino toda nuestra vida dentro y fuera debe ser llena de Dios. La conciencia de un niño es tan llena de su madre que también cuando el niño no piensa conscientemente en su madre, sin embargo su sentir de la unión íntima con ella es lo único que queda en pie cuando se le acerca alguna desgracia. Así también nosotros debemos vivir y estar en Dios y verlo todo en relación con Él, porque en cada situación se manifiesta la conciencia de la presencia de Dios inherente en nosotros.

Cuando somos llenos de Dios, ninguna otra cosa puede invadirnos: las preocupaciones, la tribulación y la angustia no encuentran acceso. Ahora vemos por qué el Señor hizo tanto énfasis en el pecado de preocuparse. ¿Cómo podemos permitirnos ser tan incrédulos ya que Dios nos rodea por todos lados? Ser lleno de Dios significa tener una fortaleza eficaz contra todos los ataques del enemigo.
W.M.

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