¿Debo aceptar este trabajo?

Pregunta: ¿Puede un hijo de Dios (y me esfuerzo para llegar a ser uno) trabajar en un kiosco en que se venden tabacos y novelas baratas? Tengo que elegir si quiero o no aceptar este trabajo. Según mi convicción, Dios quiere ver a Sus hijos en todas partes y desea que actúen donde quiera que estén.

Respuesta: Usted tiene razón al decir que Dios quiere ver a Sus hijos en todas partes y que actúen por doquier. Pero uno no debería escoger aquellos lugares, en donde, para ganarse el pan cotidiano, debe vender cosas malditas (como lo son novelas, artículos para fumadores y literatura mala ). Poco tiempo atrás, un hermano de Zaire testificó en una carta que él, al leer un libro sobre la santificación de nuestra editorial, llegó a la convicción de que ya no podía seguir vendiendo cigarrillos de ninguna manera. De inmediato abandonó su profesión como vendedor en el kiosco. Quedó sin trabajo durante algunos días. Pero después encontró trabajo en un banco. Esto le dio el ánimo de poner en orden también otras cosas en su vida. Si usted todavía tiene posibilidad para decidir si quiere aceptar o no el trabajo en el kiosco, le aconsejaría, con toda resolución, no aceptarlo, porque estoy convencido de que el Señor tiene preparado algo mejor también para usted. He orado ya para que le dé un trabajo mejor. ¡Confíe sólo firmemente en Él! Cuando nuestro Padre celestial tiene preparado algo bueno para nosotros, el diablo suele enviarnos algo falso poco antes de que nos llegue lo bueno de Dios.

Pero usted dice: “me esfuerzo para llegar a ser un hijo de Dios”. ¿cuánto tiempo quiere usted seguir esforzándose? ¡El Dios viviente y eterno ya se ha esforzado por usted y ha obtenido la victoria! Dice: “…pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades” (Is. 43:24). Pero el Señor dice también en Isaías 44:22: “Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mi , porque yo te redimí”. Su corazón paterno, con extremo dolor, se esforzó por usted al entregar a Su Hijo unigénito en la cruz del Gólgota. Ahora solo hace falta recibir a Jesús como su Salvador personal con un sentir infantil, y si usted lo hace de todo corazón, con base en Juan 1:12, entonces cesará el esforzarse y usted podrá alegrarse y agradecer por haber llegado a se un hijo de Dios.

Wim Malgo

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