Jordania: El muro de defensa oriental de Israel
Uno de los defensores más importantes de Israel es el país vecino de Jordania, situado al este de nuestro país. Israel comparte su frontera más larga con Jordania, que lo separa de Irak, Arabia Saudita, los Estados del Golfo e Irán. Mantenemos relaciones estables (en parte secretas) con Jordania. Todo ello demuestra la importancia de esta nación para Israel y la estabilidad de la región.
Jordania es una monarquía (el Reino Hachemí de Jordania) establecida por el Mandato Británico tras la Primera Guerra Mundial. La familia real jordana se basa en la población beduina de Jordania, a la que pertenece. En 1948, Jordania conquistó Judea y Samaria (Cisjordania) en el ataque que los Estados árabes perpetraron contra el recién nacido Estado de Israel (Guerra de Independencia de Israel). En abril de 1950, Jordania anexionó oficialmente a Cisjordania, sin resistencia de la población palestina ni críticas de parte de las naciones del mundo. Para Jordania, la importancia de Cisjordania residía en el control sobre Jerusalén y el monte del Templo, donde está la mezquita de Al-Aqsa.
Desde 1948, Jordania ha acogido a refugiados de diversos conflictos, los cuales han provocado mucha inestabilidad en el reino a lo largo de los años, como la guerra del Septiembre Negro, con violentos enfrentamientos entre el ejército jordano y la población palestina. En 2016 había alrededor de 2.2 millones de palestinos en Jordania. También se produjo una migración de palestinos hacia este país por motivos de estudio o trabajo.
Como consecuencia de la Guerra del Golfo y el auge del ISIS, Jordania acogió a un millón más de refugiados procedentes de Irak. Debido a la guerra civil en Siria, el Estado jordano tuvo que acoger también a cerca de un millón y medio de refugiados sirios, lo que cambió el equilibrio de poder entre la monarquía y los beduinos y otros grupos étnicos.
La familia real siempre se esforzó por gestionar esta crisis. Mantiene relaciones ambivalentes con la población palestina de Jordania: por un lado, son acogidos en el país, pero, por otro, son una amenaza para el mantenimiento del poder real. Del mismo modo, las relaciones con Israel han sido muy complejas desde el principio.
Desde el ataque de Hamás contra Israel en octubre de 2023 y la guerra en Gaza, se celebran protestas en Jordania. Israel lanzó una campaña militar a gran escala contra Hamás para rescatar a los rehenes y derrocar al régimen terrorista. Como Hamás utiliza a la población civil como escudos humanos y se esconde, por ejemplo, en hospitales, la población de Gaza sufrió grandes destrozos y daños. Los reportajes en los medios de comunicación internacionales y regionales, especialmente en canales como Al Yazeera, retratan a Israel de forma negativa y provocan ira y reacciones emocionales en las calles jordanas.
El Gobierno jordano ha reaccionado de dos maneras. Por un lado, fuentes próximas al rey expresan su apoyo a los palestinos, un apoyo que raya incluso en el antisemitismo y la negación de las atrocidades cometidas por Hamás el 7 de octubre. Una de sus portavoces es la misma reina Rania, que es de ascendencia palestina. El rey Abdullah no solo proporcionó ayuda humanitaria a Gaza, sino que supervisó él mismo el lanzamiento de los suministros de asistencia. Por otro lado, los agentes de seguridad jordanos se ocupan de mantener el orden público: impiden que los manifestantes lleguen a la embajada israelí en Amán o al paso fronterizo con Israel. Jordania intenta encontrar un equilibrio entre apaciguar la ira de la población y mantener las importantes relaciones con Israel.
Oficialmente, Jordania no apoya a Hamás. Sin embargo, reconoce la influencia de la organización en la población palestina. Por tanto, sigue una política ambivalente: por un lado, no hay representación de Hamás en Jordania, y el Estado condena los actos de terrorismo. Por otro, apoya las reivindicaciones de los palestinos y hace repetidos llamamientos a la creación de un Estado palestino. En esta política, Jordania no difiere de otros países de la región, como Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Arabia Saudita.
Jordania es vista por Irán como un obstáculo en un posible ataque contra Israel. Irán es la principal causa de inestabilidad en el Medio Oriente. El Gobierno iraní es responsable de la situación caótica en Irak y de las luchas entre milicias chiíes y suníes, los kurdos y otras minorías como los yazidíes. Irán los está armando y abasteciendo abiertamente. A su vez, ellos cumplen órdenes iraníes y atacan repetidamente a los distintos grupos y bases estadounidenses en Irak. En la guerra civil siria, Bashar al-Assad, el presidente sirio, lucha con la ayuda de dinero, material militar e incluso combatientes iraníes como Hezbolá. A cambio, Irán obtuvo libertad de acción en Siria y la oportunidad de establecer bases militares más cerca de Israel. A través de Siria, Irán suministra armas a Hezbolá en Líbano (en violación de la Resolución 1701 de la ONU) y entrena combatientes.
Al igual que en Irak y Siria, Irán también está intentando crear milicias chiíes armadas en Jordania para que le sirvan de secuaces allí. Hay informes de intentos iraníes de suministrar armas a grupos terroristas palestinos en Jordania para que a su vez puedan atacar a Israel desde esos territorios.
Jordania está luchando para combatir esta influencia. Un claro ejemplo de ello es el establecimiento de una zona especial para los refugiados sirios en el norte de Jordania y la lucha contra el contrabando de armas y drogas de Siria a Jordania. Israel, la OTAN y Estados Unidos apoyan militar y económicamente a Jordania para impedir la propagación del terror iraní en este reino.
Las relaciones entre Israel y Jordania son ambivalentes y continuamente están puestos a prueba. Incluso antes del acuerdo de paz existían canales de comunicación no oficiales entre estas naciones. Un ejemplo de ello es la consulta de Jordania a Israel en 1960, antes de la operación jordana contra Siria. Desde entonces, ha habido comunicación secreta entre los países a pesar de las hostilidades oficiales.
Desde la firma del acuerdo de paz entre Israel y Jordania, las relaciones se han hecho públicas. Jordania necesita a Israel económicamente. Israel suministra agua a Jordania como parte del acuerdo de paz, y recientemente Jordania ha pedido aumentar la cantidad que recibe. Jordania utiliza el puerto de Haifa para importaciones y exportaciones. Existe coordinación y cooperación en materia de seguridad entre ambos países. Jordania incluso participó en la defensa contra los misiles y aviones no tripulados que Irán lanzó contra Israel en abril de 2024. Israel también permite que Jordania siga ejerciendo influencia en el Monte del Templo a través de la fundación musulmana Waqf.
En resumen, Jordania es un país atrapado entre el martillo y el yunque. Está luchando contra la presión de todos los lados: la población palestina desde dentro y desde fuera, la presión internacional tanto de Occidente como de los países musulmanes, la presión chií-iraní y, por último, está la necesidad de mantener intactas las relaciones con Israel.
Israel debería aprender las lecciones de la historia. En el pasado, los gobernantes en Israel se desmarcaron de las naciones circundantes. Los cruzados creían que su tecnología, cultura y teología errónea de origen europeo —unidas al orgullo y el desdén— les daban ventaja sobre sus vecinos; esta suposición persistió durante un tiempo. Pero al final, el general Saladino al-Ayyubi unió a los pueblos vecinos contra el Imperio Cruzado, sometiéndolo a una constante presión militar y económica, hasta que finalmente pudo conquistarlo en la batalla de los Cuernos de Hattin en 1187.
Israel debe esforzarse por mantener relaciones con Jordania. Debería ayudar a preservar una Jordania independiente para que, a su vez, pueda ser una barrera que mantenga al enemigo chií del este, Irán, alejado de las fronteras orientales de Israel. Israel no debe permitir que Irán aplique la estrategia de Saladino y que Jordania caiga en las manos extremistas iraníes.
Y como cristianos, no olvidemos que nuestro amor por Israel continúa a pesar de la resistencia del pueblo a Dios y a su Mesías. Sabemos que el Señor tiene un plan para su pueblo Israel. Este pasará aún por tiempos difíciles, como dice el profeta Jeremías: “¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado” (Jer. 30:7). Su salvación vendrá por medio del Mesías Jesús; no por sus propios esfuerzos, su justicia o su fuerza, sino solo por obra de Dios: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (Zac. 12:10).