Israel contra Hamás en Gaza y Hezbolá en el Líbano

Fredi Winkler

Tras casi 14 meses de guerra de Israel contra Hamás en Gaza y Hezbolá en el Líbano, el frente enemigo empieza a desmoronarse lentamente. Aunque los dirigentes de Hezbolá habían prometido con grandes palabras apoyar a Hamás hasta la victoria, después de los casi increíbles ataques que Israel lanzó contra Hezbolá, la organización terrorista muy debilitada se mostró dispuesta a aceptar un alto al fuego de sesenta días.

Este alto al fuego se produjo gracias a la mediación del Gobierno estadounidense de Biden. En el Líbano hay un Gobierno con el que se puede negociar. Aunque es débil, se está convirtiendo en una oposición cada vez más fuerte a Hezbolá, ya que ve su oportunidad para desempoderar finalmente a la organización terrorista en su territorio.

Por desgracia, la situación en Gaza es completamente distinta. Allí no hay oposición a Hamás con la que negociar. Hamás sigue creyendo que puede dictar las condiciones. El mayor problema de Gaza es la situación humanitaria. Los numerosos camiones cargados de suministros de ayuda son confiscados a la fuerza por las milicias de Hamás y luego vendidos a la población a un alto precio. Esto esto mantiene a la población totalmente dependiente de ellos. Nadie se atreve a levantarse contra esta tiranía por miedo a perder la vida.

En Israel se depositan esperanzas en Trump, el elegido presidente de EE.UU., pensando que podría abordar por fin el problema de otra manera.

Inesperadamente, la guerra se extendió a Siria a fines de noviembre. Los insurgentes opuestos a al-Assad tomaron Alepo por asalto y siguen avanzando. Esto significa que las rutas de suministro para Hezbolá, pero también en parte para Hamás, están siendo cortadas. Los rebeldes se oponen a Irán y al islam chií. Esto crea nuevas y considerables dificultades para Irán. Y para Israel, por un lado este desarrollo es bueno, pero por otro también alberga el potencial de tener un impacto negativo para el país. Esto se debe a que los insurgentes en Siria son partidarios del yihadismo sunita (Estado Islámico y al-Qaeda), que sueña con un califato islámico —y, por supuesto, este califato incluye todo el territorio de Israel. Esto significa que muy rápidamente la situación podría escalar a un conflicto aún mayor.

Según Apocalipsis 1:7, el regreso de Jesús será un acontecimiento mundial en el que el territorio de Israel y Jerusalén desempeñarán un papel central.

En su discurso del monte de los Olivos sobre el final de los tiempos, Jesús habló de la “abominación desoladora” en el lugar santo como de una señal de inicio de la cuenta regresiva para su regreso (Mateo 24:15). Se suele pensar que “lugar santo” se refiere a un futuro templo. Pero no es necesariamente así. La explanada del Templo de Jerusalén, donde hoy se encuentran dos mezquitas, es considerada un lugar santo por Dios, pero también por los judíos. Ciertamente, existe la posibilidad de que el fervor religioso se apodere de los musulmanes en Israel y, más aún, en los territorios palestinos.

No sabemos qué nos depara el futuro, pero las palabras de Jesús en Mateo 24:6 nos dan confianza ante las guerras actuales: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca”.

ContáctenosQuienes somosPrivacidad y seguridad