Cómo surgió el Líbano y se convirtió en una amenaza para Israel

Ariel Winkler

Con el auge del nacionalismo en diversas partes del mundo a finales del siglo XIX, surgió entre muchos pueblos el deseo de un Estado propio y de reconocimiento internacional. Esta fue también una importante fuerza motriz del movimiento sionista, que animó al pueblo judío a regresar a Israel. Este proceso histórico culminó en el periodo entre las dos guerras mundiales. Tras la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones dividió el Medio Oriente en dos territorios bajo mandato (artículo 22), que administraron Francia y Gran Bretaña. El objetivo declarado de estos mandatos era desarrollar la región y establecer Estados en ella. Como resultado se crearon durante este periodo varios Estados nuevos, como Jordania (1946), Irak (1932), Arabia Saudita (1932), Siria y Líbano.

El caso de la creación del Líbano es muy especial; surgió por primera vez bajo el mandato francés a partir de la división de las provincias del Reino Otomano (1417-1917). Debido a la conexión natural entre Francia y la población cristiana maronita —y para facilitar la creación de un Estado moderno—, se amplió el territorio de Líbano anexionando otras zonas en el sur y en la costa. Estas anexiones hicieron que Líbano fuera un Estado con muchas minorías: maronitas, católicos, drusos, alauitas, suníes y chiíes.

Para preservar el equilibrio de poder entre las distintas minorías y, al mismo tiempo, mantener el predominio de la población cristiana, se definió el equilibrio de poder en la constitución libanesa. Esto fue posible gracias a las relaciones entre Francia y la población cristiana del Líbano. Para determinar el equilibrio de poder, se realizó un censo en 1932. Y desde entonces no se ha vuelto a realizar ningún censo en Líbano, por temor a que el equilibrio de poder se vea alterado por los distintos grupos.

Con la fundación de Líbano, comenzó un proceso de reasentamiento de la población chií y suní del sur de este país hacia el centro del mismo. Debido a este reasentamiento y al hecho de que esta población tiene una alta tasa de natalidad, se produjo una presión sobre la población cristiana, que empezó a emigrar a Europa, especialmente a Francia. Estos cambios demográficos afectaron al balance de poder en el país, lo que llevó a reclamar un cambio en la representación de los distintos grupos en los entes del Estado.

Debido a sus conflictos internos, Líbano no participó activamente en la guerra de independencia de Israel contra los Estados árabes (1948). Durante la guerra, los refugiados palestinos huyeron a Líbano y esto cambió, una vez más, el equilibrio de poder dentro de esta nación. El país se vio repetidamente envuelto en guerras civiles entre los distintos grupos (1958, 1975-1990).

Estas guerras civiles animaron a actores externos a interferir en los acontecimientos. Francia quería conservar su influencia de la época del mandato. Los rusos intentaron que el país se uniera al bloque comunista y Estados Unidos intervino para impedirlo. Siria intervino para aumentar su influencia en la región. Cuando la guerra civil se extendió a Israel, este intervino, invadió Líbano y llegó hasta los suburbios de Beirut (1982, Primera Guerra del Líbano).

En 1989 se firmó el Acuerdo de Taif, que puso fin a la segunda guerra civil. Se acordó disolver las milicias combatientes. También se exigió la retirada de todas las tropas extranjeras de Líbano. Israel abandonó la zona de seguridad del sur de Líbano en 2000 y también se exigió que Siria se retirara de Líbano. En 2005, tras muchas presiones y una resolución de la ONU (Resolución 1559), Siria también se retiró.

A pesar del llamamiento a disolver las milicias y respetar la independencia de Líbano, Hezbolá no renunció a armarse e incluso aumentó su presencia en el país. La influencia de los actores islámicos aumentó: las organizaciones palestinas ganaron más influencia, Hezbolá y el eje chií de Irán incrementaron su armamento y su integración en la política libanesa.

Desde que se firmó el acuerdo de Taif, hubo varios conflictos entre Israel y Líbano (1993, 1996, 2006). El adversario en estos conflictos no era el Estado libanés, sino la organización terrorista Hezbolá, apoyada por Irán, que no coopera con el débil ejército libanés. Hezbolá justificaba sus ataques contra Israel alegando que su objetivo era defender Líbano y expulsar a Israel. Según esta lógica, Hezbolá debería haber puesto fin a su papel cuando Israel se retiró del sur libanés en 2000.

En el verano de 2006 estalló otra vez un conflicto armado entre Israel y Hezbolá en el sur, que se conoció como la segunda guerra del Líbano. El desencadenante fue un ataque de Hezbolá contra una patrulla militar israelí en la frontera, durante el cual fueron secuestrados varios soldados. Israel respondió con una operación militar a gran escala contra Hezbolá, que controlaba el sur del Líbano. Israel utilizó tropas de tierra y ataques aéreos para destruir posiciones e infraestructuras de Hezbolá; este, a su vez, respondió con el lanzamiento masivo de misiles contra ciudades y pueblos israelíes del norte del país.

En un esfuerzo por poner fin a las hostilidades entre Israel, Líbano y Hezbolá, el Consejo de Seguridad de la ONU votó por unanimidad la Resolución 1701. La resolución insta a las partes a acordar un alto el fuego inmediato. También reafirma resoluciones anteriores de las Naciones Unidas sobre el desarme de las milicias armadas (Resolución 1559). Esta cláusula afecta principalmente a Hezbolá. También exhorta la evacuación del sur del Líbano, es decir, al sur del río Litani, de todas las fuerzas armadas que no estén bajo el control del Gobierno libanés.

Tras el acuerdo de los Gobiernos israelí y libanés con la resolución de las Naciones Unidas, se alcanzó un alto el fuego entre Israel, Líbano y Hezbolá a las 8 de la mañana del 14 de agosto de 2006. Todas las partes cumplieron en gran medida las principales disposiciones de la resolución. Israel retiró sus tropas. La ONU y el ejército libanés tomaron el control del sur del Líbano a lo largo de la frontera. El número de soldados de la fuerza de paz de las Naciones Unidas en Líbano (FINUL) aumentó de 2,000 a 15,000.

A pesar de que el Gobierno libanés aceptó las resoluciones, Hezbolá no desmanteló sus armas. El Secretario General de las Naciones Unidas afirmó que el mandato de la FINUL no era desarmar a Hezbolá. Este grupo terrorista pretendía haber retirado sus fuerzas armadas del sur, pero insistía en que su gente formaba parte de la población del sur libanés y permanecería allí. A lo largo de los años, las fuerzas armadas de Hezbolá avanzaron otra vez hacia el sur y se posicionaron a lo largo de la frontera con Israel. Hezbolá instaló puestos de observación y plataformas de lanzamiento de cohetes. Esto supuso una clara violación de la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que fue respaldada por los Gobiernos de Líbano e Israel.

Los documentos incautados por el ejército israelí en Jan Yunis (Franja de Gaza) confirman que Hezbolá se había comprometido a atacar a Israel junto con Hamás en el atentado del 7 de octubre. Hamás esperaba que Hezbolá cumpliera su promesa, pero Hezbolá atacó a Israel solo de forma muy limitada —no utilizó su arsenal de misiles, como lo había hecho en la segunda guerra del Líbano en 2006. Sin embargo, los ataques contra ciudades fronterizas y posiciones militares israelíes llevaron a Israel a desalojar las poblaciones civiles en el norte del país.

En respuesta a los ataques de Hezbolá, Israel ataca objetivos de ellos en el sur de Líbano. Hasta la fecha, la organización terrorista ha perdido a más de 200 personas en sus ataques contra Israel. Los ataques de Hezbolá no han aportado ningún beneficio ni ventaja a los ciudadanos libaneses. Como resultado de la respuesta del ejército israelí, los residentes han resultado heridos y los pueblos cercanos a las posiciones de Hezbolá han sufrido daños. La débil situación económica de Líbano ha empeorado.

Al principio de su historia, Líbano era un país próspero para todos sus ciudadanos. A pesar de los conflictos y las guerras, Líbano consiguió desarrollarse de forma llamativa. Beirut era llamada cariñosamente el “París de Medio Oriente”. Con el fortalecimiento de Hezbolá y la influencia de las fuerzas islamistas en el Líbano, la situación de la población cristiana se deterioró. Ellos sufren porque Hezbolá no busca el bien del país, sino que cumple los deseos de su patrón, Irán, que considera a Líbano como un punto de partida para un ataque contra Israel.

La población cristiana intenta defenderse de Hezbolá. Samir Geagea, uno de los líderes de los cristianos del Líbano, advirtió que Hezbolá no representaba al Líbano y que sus acciones no contribuían a la reconstrucción del país. También pidió la retirada de Hezbolá del sur libanés.

La situación del Líbano y de su población cristiana no es un caso aislado. Se observa la misma influencia nefasta en varios lugares de Israel, como Belén y Nazaret. Comenzaron siendo zonas prósperas y en desarrollo, con buenas escuelas e infraestructuras occidentales, atrayendo a otros grupos de la población, que eran bien recibidos. Pero cuanto más gana influencia el islam, más se deteriora la situación. La población cristiana abandona poco a poco estas zonas, porque se les quita la libertad y aumenta la presión y las amenazas.

Dios nos llama a ser luz en el mundo (Mateo 5:14). Los valores fundamentales del mundo occidental, que trajeron desarrollo y progreso, eran valores basados en la Palabra de Dios. Muchos de los que salieron a explorar el mundo tenían el objetivo de llevar el Evangelio hasta los confines de la Tierra (Mateo 28:18-20). Satanás combate a los creyentes y tergiversa la Palabra de Dios; intenta persuadirnos de que el amor del Padre nos llama a aceptar y tolerar a todos y a todo. Es cierto que el Señor ama a todas las personas (Juan 3:16; 1 Juan 4:8), y que todos somos pecadores (Romanos 3:23) y necesitamos a Jesús, pero Dios odia el pecado y toda falsa enseñanza (Hebreos 1:9; Apocalipsis 2:6). No debemos tolerar el pecado. Defendamos nuestros valores y no transijamos, ni nos conformemos al mundo en nombre del “amor”, tolerando que se desprecien los valores que la Palabra de Dios nos ordena guardar.

La guerra de Israel contra Hamás y Hezbolá en el Líbano, así como la situación actual en el Líbano bajo la influencia de Hezbolá, son una advertencia para nosotros. Mantengámonos firmes y alimentemos nuestra fe en el Mesías Yeshúa. Protejamos el futuro de nuestros hijos. No seamos tolerantes con el pecado, pero sí, amemos a los pecadores con el amor de Dios.

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