Ama a tus enemigos

One for Israel

Una declaración de Israel sobre cómo debemos entender los mandamientos del Señor cuando una nación está amenazada por terroristas como Hamás. 

Seguramente uno de los mandamientos más difíciles de obedecer es “ama a tus enemigos”. En un momento en que “muerte a todos los judíos” ha sido tendencia en Twitter (red social “X”) en el Reino Unido, la exhortación bíblica a orar por quienes nos persiguen parece más extrema que nunca. Por supuesto, va en ambos sentidos. La idea de perdonar a Hamás (y a sus entusiastas seguidores) parece un objetivo imposible, por no hablar de andar la milla extra y amarlos. La situación es similar para los creyentes de Gaza, que lo han perdido todo.

El corazón de Dios hacia nuestros enemigos
“Estoy leyendo el libro de Jonás y lo estoy entendiendo a un nivel completamente nuevo”, escribió un israelí en un grupo de creyentes mesiánicos en las redes sociales. Podía empatizar con Jonás en cómo debía haberse sentido cuando fue enviado a ir y a predicar en Nínive…y sintió el mismo desafío que experimentó Jonás de parte de Dios en forma muy personal mientras pensaba en ello. ¿Queremos que esos ­terroristas escuchen el llamado al arrepentimiento?, ¿Queremos que se les dé la oportunidad de ser incluidos en la familia de la fe? No se trata solo de miedo, sino de repulsión ante ese tipo de inhumanidad, y de sentir resistencia a querer que esas personas se arrepientan y encuentren el perdón.

Hamás es muy parecido a ISIS, como muchos se están dando cuenta ahora, y en los días de Jonás, Nínive también operaba de la misma manera: con crueldad extrema y excesiva que hiela la sangre —cero piedad, ni siquiera para los bebés—. ¿Cómo nos atrevemos a mirar tales cosas y aún buscar el corazón de Dios por los perpetradores? Pero eso es justamente lo que dijo Jesús:

“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:43-48).

El meta está tan alta que es completamente inalcanzable. ¿La perfección? Solo el mismo Espíritu de Dios puede hacerla posible. Es tan imposible para nosotros como volar…a menos que nos subamos a un avión. El Espíritu de Dios, que vive en nosotros, nos abre todo un universo de posibilidades. La tarea imposible de amar a nuestro enemigo se hace posible. Él es el avión que nos permite volar. Pero cada uno de nosotros debe estar dispuesto a llevar todos nuestros sentimientos, pensamientos y luchas ante el trono de Dios, y darle espacio para que nos renueve. Él puede cambiar nuestros corazones y llenarlos de amor sobrenatural.

El Dios de lo imposible
Esto es posible incluso en los casos más extremos. Corrie Ten Boom sobrevivió a un campo de exterminio nazi y después de la guerra se encontró con uno de esos guardias que la habían maltratado…

Fue entonces que, mientras yo le veía, entre la gente, abriéndose paso hacia mí, que en un momento vi su abrigo y su sombrero marrón, y al siguiente, un uniforme azul y una gorra de visera con la calavera y huesos cruzados. Recordaba todo de golpe: la enorme habitación con sus fríos focos de luz en el techo, la patética pila de vestidos y zapatos en el centro en el suelo, la vergüenza de pasar desnuda por delante de aquel hombre. Podía ver la frágil silueta de mi hermana delante de mí, las costillas afiladas bajo la piel apergaminada. Betsie, ¡qué delgada estabas! Betsie y yo habíamos sido arrestadas por ocultar judíos en nuestra casa durante la ocupación nazi de Holanda; este hombre había sido guardia en el campo de concentración de Ravensbrück, adonde nos enviaron. Ahora estaba frente a mí, con la mano extendida: “Hermoso mensaje, Fräulein. ¡Qué bueno es saber que, como usted dice, todos nuestros pecados fueron echados al fondo del mar!”. Y yo, que había hablado con tanta ligereza del perdón, disimulaba buscar algo en mi cartera para no tener que tomar aquella mano extendida. Él no se acordaría de mí, por supuesto; ¿cómo iba a acordarse de una prisionera entre aquellas miles de mujeres? Pero yo me acordaba de él y de la fusta de cuero que colgaba de su cinturón. Era la primera vez desde mi liberación que me encontraba cara a cara con uno de mis captores y mi sangre parecía congelarse. “Mencionó Ravensbrück en su charla”, decía. “Yo era guardia allí”. No, no se acordaba de mí. “Pero desde entonces”, continuó, “me he convertido, soy cristiano. Sé que Dios me ha perdonado por las cosas crueles que hice allí, pero me gustaría oírlo también de sus labios. Fräulein” —de nuevo extendió la mano— “¿me perdona?”.

Allí estaba yo, yo cuyos pecados habían sido perdonados una y otra vez, y no podía perdonar.

Mi hermana, Betsie, había muerto en aquel lugar; ¿podría este hombre borrar su lenta y terrible muerte solo por pedir perdón? No pueden haber sido muchos segundos los que permaneció allí con la mano tendida, pero a mí me parecieron horas, mientras luchaba con lo más difícil que jamás había tenido que hacer. El perdón es un acto de la voluntad, y la voluntad puede funcionar independientemente de la temperatura del corazón. “Jesús, ¡ayúdame!” oré en silencio. “Puedo levantar mi mano. Es lo más que puedo hacer; pon Tú el sentimiento”. Y así, mecánicamente, puse mi mano en la que se extendía hacia mí. Y al hacerlo, ocurrió algo increíble. La corriente empezó en mi hombro, bajó por mi brazo y llegó a nuestras manos unidas. Y entonces este calor curativo pareció inundar todo mi ser, haciendo que se me llenaran los ojos de lágrimas. “¡Te perdono, hermano!” exclamé “con todo mi corazón”. Durante un largo momento, permanecimos en un apretón de manos, el exguardia y la exprisionera. Nunca había conocido el amor de Dios tan intensamente como entonces. Pero, aun así, me di cuenta de que no era mi vida. Era el poder del Espíritu Santo.

Del mismo modo, debemos amar a nuestros enemigos. Puede parecer una tarea imposible, pero servimos al Dios de lo imposible. Podemos acudir al Señor en oración, y al igual que ayudó a Corrie Ten Boom a amar a aquel guardia, puede ayudarnos en las circunstancias más extremas. Como dijo la propia Corrie Ten Boom, lo maravilloso de orar es que se deja el mundo de lo imposible y se entra en el reino de Dios, donde todo es posible. Dios se especializa en lo imposible. Nada es demasiado grande para Su omnipotencia.

¿Poner la otra mejilla?
En el mismo capítulo del Evangelio de Mateo, Jesús nos invita a poner la otra mejilla. Se trata de un medio muy eficaz de resistir al mal, y conozco a personas que lo han hecho con gran éxito. Pero ¿tiene algún sentido la idea de que Israel deba poner la otra mejilla a Hamás? ¿Será la voluntad de Dios que el Gobierno de una nación se niegue a hacer justicia con la esperanza de poner fin al ciclo de violencia? Hay un sketch cómico británico en el que una comisaría de policía es dirigida por cristianos. Una mujer llega angustiada después de que le hayan robado el bolso. “Oh, sí, le hemos perdonado y le hemos dejado marchar”, le aseguran los policías —es gracioso porque es ridículo—. Incluso el discípulo más sincero de Jesús puede reconocer la insensatez de un sistema judicial que funciona según este principio. Poner la otra mejilla se refiere a las relaciones interpersonales, no a los sistemas nacionales de justicia o a la lucha internacional contra el terrorismo: Andreas Stutz, uno de nuestros profesores en el instituto bíblico de ONE FOR ISRAEL, escribió esta explicación sobre cómo aplicar esos pasajes en relación con la guerra de Israel contra Hamás:

“El Estado tiene la responsabilidad de proteger a sus propios ciudadanos y de disuadir a sus enemigos para que ni se les ocurra atacar. Aplicar la ética del Nuevo Testamento a un nivel político es todo un reto. Tomemos el nivel civil/jurídico. ¿Querría usted que un juez o un policía exigiera a una víctima de violación que perdonara a su violador, para que este no sufriera las consecuencias judiciales? Seguro que no. Están ahí para castigar hechos delictivos. Del mismo modo, como se mencionó anteriormente, el ejército de Israel está obligado a proteger a sus propios ciudadanos y a disuadir a los enemigos de Israel. La ética del Nuevo Testamento está pensada para los cristianos cuando ellos mismos son perseguidos. Sin embargo, incluso un cristiano, cuando ve que se está cometiendo una grave injusticia contra alguien, puede verse obligado a utilizar la fuerza (incluso brutal) para detenerla. No obstante, tenga la seguridad de que Israel no quería esta guerra y no la inició. Por favor, fíjese en cuántas de las guerras de Israel fueron iniciadas por ellos; no en vano el ejército de esta nación se llama “Fuerzas de Defensa de Israel”. Hay una cosa más que considerar en esta ecuación. La experiencia ha demostrado que cuando Israel opta por no responder con contundencia, la otra parte no se conmueve emocionalmente por la buena voluntad de Israel, lo reconoce como debilidad y trata de aprovecharse de ella”.

No solo es permitido, sino que es obligación de una nación proteger a sus ciudadanos, recurriendo a la acción militar cuando sea necesario. A veces, como vimos en la lucha contra Hitler, luchar hasta el final es absolutamente lo correcto y lo moral. No responder contundentemente ante una agresión desenfrenada es la forma en que se perpetúan los ciclos de violencia. La violencia termina una vez que haya una victoria completa, pero el derramamiento de sangre continúa sin fin si se imponen concesiones, ya que estas solo permiten al agresor seguir atacando. Un enemigo como Hamás (no el pueblo palestino) debe ser detenido, como lo han sido el ISIS y los nazis. Hay gente común en Gaza que también está pidiendo a gritos la eliminación de Hamás en este momento, después de haber sido utilizados a la fuerza como escudos humanos y tratados con total desprecio por sus propios líderes. He aquí las palabras de alguien de Gaza:

“Todos los gazatíes sueñan ahora mismo con que esa gente desaparezca. Estamos pagando el precio de las decisiones idiotas de Hamás. ¿Por cuánto tiempo? Si Hamás permanece, podría haber por ejemplo un alto el fuego, una tregua y en un año o dos Hamás repetiría el mismo escenario”.

Eliminar a Hamás es lo correcto, no solo para proteger a los israelíes del mal y el daño que los terroristas ejecutan con regocijo cuando tienen ocasión, sino también para la propia población de Gaza. Entonces, si no ponemos la otra mejilla, ¿cómo amar a los habitantes de Gaza entonces? Los paramédicos y voluntarios israelíes han estado trabajando sin descanso en las condiciones más extremas y angustiosas, pero ¿sabía usted que algunos de los terroristas que han sido capturados y heridos se encuentran ahora en nuestros hospitales, recibiendo tratamiento?, ¿Se imagina que eso le ocurriera a algún soldado israelí herido en Gaza? Israel trae a muchas personas de Gaza para que reciban tratamiento en hospitales en su territorio, incluida la hija de uno de los líderes de Hamás. Se han dado permisos de trabajo a 20,000 gazatíes para que puedan trabajar en Israel, se han entregado múltiples camiones de ayuda humanitaria cada día y ha habido muchos proyectos que intentan construir buenas relaciones y paz. Por desgracia, algunos de esos activistas por la paz han sido asesinados por Hamás. Así que Israel tiende una mano de amistad a los de Gaza de muchas maneras. Como las FDI han dicho en repetidas ocasiones, los habitantes de Gaza no son nuestro enemigo: lo es Hamás.

La mejor manera de bendecir a cualquiera —a la gente de Israel, de Gaza, incluso a los de Hamás— es con Jesús. Sigamos compartiendo el Evangelio a través de internet, llegando a todo tipo de personas en Gaza, y apoyemos en todo lo que podamos a quienes han respondido a Jesús. También oremos por quienes nos persiguen. Siempre que oigas a creyentes israelíes orar por el conflicto, casi siempre los oirás orar también por Gaza.

Enemigos que nos aman
Mientras tanto, estamos recibiendo gran amor, atención y apoyo de ayudantes de otras naciones, ¡incluso de Irán! Los aficionados de fútbol iraníes en Teherán exigieron en un partido la retirada de las banderas palestinas, las cuales habían sido colocadas por las autoridades. Un gran número de ellos apoyan a Israel en este conflicto con Hamás. Entienden muy bien a qué nos enfrentamos. Muchos iraníes se oponen a sus dirigentes y apoyan al pueblo de Israel. Un amigo iraní llamó hace poco para ver cómo estábamos. Él y sus amigos están defendiendo valientemente a Israel. Tuvo una actitud muy alentadora y oró por nosotros, preguntando en qué podían ayudar. Otro creyente iraní, que antes de su conversión era musulmán, se unió a un creyente judío mesiánico aquí en Israel en el enorme esfuerzo por ayudar a alimentar a los miles de desplazados, pues cientos de miles de israelíes han sido evacuados de sus hogares desde las cercanías de la frontera norte y desde las comunidades cercanas a Gaza. También hay muchos ancianos cuyos cuidadores han tenido que abandonar el país. En una operación de gran envergadura, estos “cocineros de misericordia” han puesto manos a la obra para alimentar a los israelíes necesitados, y lo hacen con gran amor y esmero. El rabino que viene a asegurarse de que toda la comida sea kosher quedó más que intrigado por el iraní lleno del Espíritu que renuncia a su tiempo y talento para atender a los israelíes necesitados.

Del mismo modo, a pesar de que los egipcios en general no sienten mucha simpatía por Israel, nuestra radio Ágape, escuchada en primer lugar por gente de EE.UU., ¡tiene su segunda mayor audiencia en Egipto! Los creyentes se han esforzado mucho por obedecer los mandatos de nuestro Mesías y por unir los brazos entre árabes y judíos, hijos de Isaac e hijos de Ismael. Aun así, la comunión entre hermanos y hermanas en la fe es comparativamente fácil, aunque sea entre países enemigos. Como dijo Jesús: “Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más?” Amar a quienes quieren matarnos es otra cosa. Sin embargo, nos tomamos muy en serio orar por todos los implicados en esta horrible guerra.

Jesús nos muestra cómo
Muchos musulmanes en Irak y Siria llegaron a la fe mientras ISIS estaba arrasando y mostraba el verdadero rostro del islam. Incluso algunos terroristas fueron parados en seco por Dios y ahora llaman a Jesús su Señor. Estamos orando fervientemente por todos en Gaza, tanto por los ciudadanos comunes y corrientes que solo anhelan vivir sus vidas como por aquellos que eligen el camino del terror: Jesús ama a cada uno. Si queremos reflejar Su corazón y caminar en Sus pasos, nosotros también debemos hacerlo. Todos hemos sido enemigos de Dios en algún momento, y solo somos salvos por Su gracia.

“Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:8-10).

Dios nos amó, aunque éramos sus enemigos, y nos dio a su único Hijo para pagar el precio de nuestro pecado. Jesús no merecía ese castigo; nosotros éramos los que lo ameritábamos. Él lo tomó sobre sí en nuestro lugar. Este es el amor extremo y radical que Él ha derramado sobre nosotros cuando éramos enemigos de Dios, y ahora necesitamos caminar en ese amor como hijos del Padre.

El destino de quienes andan en la oscuridad es inimaginable: horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo. No queremos que nadie, ni siquiera los terroristas de Hamás, se tengan que enfrentar a Dios sin el perdón que conlleva el arrepentimiento. Oramos para que muchos de Gaza y de todas las naciones enemigas que rodean a Israel sean puestos de rodillas y se unan a la familia de la fe. La tienda de Abraham está abierta a todos sus hijos. El Dios de Jacob llama: ¡vuelvan a casa!

Una traducción del artículo “Ama a tu enemigo”, oneforisrael.org – publicado con amable permiso.

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