Fuerza espiritual para cada día
“¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él?” Juan 9:35-36
Jesús ayuda a aquellos que no tienen la capacidad de encontrarlo, quienes le buscaron pero no pudieron hallarlo. Esto me lleva a recordar al ciego de nacimiento. El buscó al Hijo de Dios, y la prueba de eso es su respuesta a la pregunta que le hace el Señor Jesús, sobre si creía en él, porque el ciego respondió: “¿Quién es, Señor, para que crea en él?” Y tú, que buscas a Jesús, que no puedes encontrarlo, que aún no experimentaste Su ayuda, tú tienes la promesa: “El que busca, halla.” ¡Tan sólo Jesucristo te puede ayudar! Cuando el ciego de nacimiento encontró a Jesús, la última causa de su ceguera fue quitada por el Señor en forma conmovedora: “Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Vé a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.” Aquí vemos, a través de la causa y el efecto, que la im pureza y la ceguera están juntas. Querido lector, la causa de tu ceguera interior es la impureza de tu pecado. ¡Tan sólo Jesús puede ayudarte! Así como este ciego de nacimiento, déjate convencer de tu impureza, y disponte a atacar la raíz de la misma.