Fuerza espiritual para cada día

“Por lo cual de­bía ser en to­do se­me­jan­te a sus her­ma­nos, pa­ra ve­nir a ser mi­se­ri­cor­dio­so y fiel su­mo sa­cer­do­te en lo que a Dios se re­fie­re, pa­ra ex­piar los pe­ca­dos del pue­blo. Pues en cuan­to él mis­mo pa­de­ció sien­do ten­ta­do, es po­de­ro­so pa­ra so­co­rrer a los que son ten­ta­dos.” He­bre­os 2:17-18

Mu­chas per­so­nas hoy en día, en su des­es­pe­ra­ción, bus­can ayu­da en las más di­ver­sas fuen­tes. Al­gu­nos lu­chan por ob­te­ner se­gu­ri­dad en su in­es­ta­bi­li­dad. Los en­fer­mos men­ta­les bus­can  ayu­da por me­dio de un psi­quia­tra, pe­ro no en­cuen­tran la ayu­da ver­da­de­ra. ¿Y por qué no? ¡Por­que la ayu­da ex­te­rior no aca­rrea con­si­go la ayu­da in­te­rior! Tu pro­ble­ma no es ex­te­rior, si­no in­te­rior, es­tá en tu co­ra­zón y, por eso, so­la­men­te Je­sús te pue­de ayu­dar. El pue­de ayu­dar­te por­que se hi­zo se­me­jan­te a ti y a mí. El se iden­ti­fi­có in­te­rior­men­te con tu pe­ca­do: “Al que no co­no­ció pe­ca­do, por nos­otros lo hi­zo pe­ca­do, pa­ra que nos­otros fué­se­mos he­chos jus­ti­cia de Dios en él.” Es­to quie­re de­cir que Je­su­cris­to se iden­ti­fi­có com­ple­ta­men­te con nues­tra na­tu­ra­le­za co­rrup­ta, con tus pe­ca­dos y con los mí­os, en la cruz del Cal­va­rio.

¿Tie­nes mie­do a la muer­te? El Se­ñor Je­sús se hi­zo uno (in­te­rior­men­te) con tu mie­do a la muer­te pues, al mo­rir, el Eter­no to­mó el po­der de la muer­te y de aquél que te­nía el po­der de la muer­te, o sea, el dia­blo. ¡Es por eso que so­la­men­te Je­sús te pue­de ayu­dar!

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