Fuerza espiritual para cada día
“Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro?” Josué 7:10
La disposición para ser corregido.
Este es un punto delicado. No existe nada que escudriñe tanto el corazón como la oración. Cuando oramos, comparecemos ante la santa presencia de Dios, y se nos hace como una radiografía hasta lo más íntimo de nuestro ser. Todo se manifiesta, y si existe algún pecado que impide nuestra comunicación con el Señor, El no se complace con que nosotros digamos simplemente: “Señor, si hay algo errado en mi vida...” Esa es una excusa barata. Si existe algo, el Señor coloca su dedo allí y nos muestra cuál es la razón que nos impide llegar hasta Su presencia. Vemos eso en el caso de Josué: “Entonces Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová hasta caer la tarde...” Debemos estar dispuestos a dejarnos corregir. “Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro?” Si conseguimos despojarnos del parloteo vacío y vano del cual consta muchas veces nuestra oración, si dejamos de lado todo el formalismo religioso que caracteriza a menudo las oraciones de los cristianos, y llegamos hasta la presencia del Señor, entonces, también habrá en nosotros una disposición para dejarnos corregir. No tiene sentido participar en reuniones de oración si no existe esa disposición de aceptar la corrección del Señor. La oración verdadera es la disposición para ser corregido.