Fuerza espiritual para cada día
“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” Juan 17:23
El deseo tan grande que el Señor Jesucristo tiene en cuanto a la morada del Padre y del Hijo, por medio del Espíritu Santo, en los corazones de aquellos que Le siguen, nos lo muestra tanto Su oración sacerdotal como también Su exigencia: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Si somos uno con el Señor Jesús, entonces somos transformados a Su imagen, como Pablo lo expresa, en forma tan magistral: “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.” Así, el Padre y el Hijo son enteramente uno, por medio del Espíritu Santo, con una persona que corresponde al amor de Dios: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.” Aquí, el Señor habla de ser uno con los suyos en forma orgánica: el Padre y el Hijo, por el Espíritu Santo, habitando en los creyentes. De esa forma, como renacidos, somos templo del Espíritu Santo.