Fuerza espiritual para cada día
“He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.” Apocalipsis 3:11
El Señor no ha vuelto aún, todavía espera. Mas, constantemente esperamos el gran momento en que seremos transformados y recibiremos un cuerpo “semejante a su cuerpo de gloria”, y en el que, a una velocidad inimaginable, seremos arrebatados junto con él en las nubes. De cualquier forma, ahora estamos en el período del cual Mateo dice: “Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron.” Me gustaría remarcar, enfáticamente, que en este último trecho del camino todos corremos el peligro de sentirnos somnolientos y dormirnos. Pablo le escribe a Timoteo: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios.” Aquel que no anda delante del Señor, en toda verdad, se vuelve somnoliento y queda expuesto a las enseñanzas mentirosas de los demonios. Pero afirmar toda la verdad significa revestirnos de toda la plenitud de Cristo: “... vestíos del Señor Jesucristo.” Sólo El es la verdad. Aquel que se reviste de El permanece despierto y recibe un victorioso poder: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero.” ¡Permanece despierto! Y si ya te dormiste, el Señor te dice: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.”